13-07-12, 18:10
Sin editar ni revisar y con alguna falta de ortografía, seguro, os dejo una preview de mi crónica de ayer:
JUEVES 12
Comenzamos la aventura del BBK Live de este año. El objetivo es llegar al primer concierto a las 6 de la tarde de The Gift, pero con media hora de espera para coger un autobús hasta Kobetamendi, y la posterior caminata hasta el recinto, no pudo ser. Tras recoger la acreditación y entrar en el festival, llegamos a tiempo para meternos en el concierto de Lori Meyers, en el escenario 2. En concreto, aparecemos en medio de sus Luces de Neón, con bastante gente ya bailando y coreando el estribillo. Los granadinos siguen desde ahí su concierto a base de temazos, continuando con Alta Fidelidad (también de Cronolánea) y Noni ya descamisado dándolo todo. Vuelven a utilizar la receta de llevar doble batería (o batería más percusión, según el caso), algo que siempre multiplica la energía que parecen desprender sobre el escenario. La recta la final la encaran con temas de Cuando el destino nos alcance: Religión, y A-Ha han vuyelto, que fusionan con Mi Realidad para cerrar. Imagino que en el próximo festival de Santander nos encontraremos con una propuesta parecida por su parte.
Pasamos al escenario grande, que los británicos Band of Skulls intentan llenar con su propuesta de bajo, guitarra y batería y sin juego de luces que compita con el sol reinante. Tarea difícil. Su sonido contundente (suavizado con las voces de la bajista Emma Richardson) no acababa de enganchar a un público que estaba más en proceso de llenar el recinto, investigarlo y proveerse de tickets y bebida que de meterse en el concierto.
Visto lo anterior, decidimos acercarnos a una propuesta más íntima, la de Ben Howard en el escenario 3 (situado justo en la entrada del festival). Comenzó con un retraso de 20 minutos que se acumularía en todos los conciertos de este escenario a lo largo de la noche. Howard es británico, pero podría venir de California. De hecho, muchos entre el público parecían venir de allí: americanos guapísimos y rubísimos, ellos y ellas. Con el bajo saturando un poco el sonido, su concierto fue lo esperado: amable, cuidado (incluyendo a una chelista entre los músicos) y muy agradable para esas horas de la tarde.
El retraso y el tiempo apremiaban, así que dejamos a Ben Howard para investigar el resto de escenarios. En el escenario 2 ya estaban tocando the Maccabees, que no me terminaron de convencer. No sé si se trataba del sonido, que no parecía del todo conseguido, o de los 3 temas que me quedé por allí, pero no me metieron en el concierto. No sé si remontarían después, pero yo tenía otro objetivo: acercarme a la carpa Vodafone (el cuarto escenario de este año) al concierto de La Habitación Roja.
La carpa de Vodafone estaba a rebosar (literalmente) cuando llegué. Además, se encontraba ligeramente elevada sobre el suelo, por lo que para poder ver algo desde fuera había que echarse hacia atrás. Y entonces el sonido de Maccabees no quedaba del todo amortiguado. Son los problemas de añadir escenarios y simultanear conciertos.
Los valencianos comenzaron con El resplandor, Siberia e Indestructibles (tres de los temas que abre su última publicación), y con un sonido mejorable (no sí en el barullo del interior de la carpa mejoraría) soltaron un repertorio de grandes éxitos y estribillos: La segunda oportunidad, Van a por nosotros, La edad de oro, El eje del mal, Voy a hacerte recordar... para cerrar con otro tema de su último trabajo: Ayer, que se solapó y quedó ahogado al final por el comienzo del concierto de Snow Patrol en el escenario principal.
Snow Patrol es uno de sus grupos que siempre recuerdo por algún estribillo pegadizo, pero poco más. En directo me confirmaron esa impresión: no son para mí, y con toda su contundencia y guitarreo me terminan subiendo al azúcar. Su sonido fue apabullante, y el montaje que llevaban en las pantallas tenía buena pinta. Abrieron con uno de sus hits, Hands Open, y luego continuaron con Crack The Shutter... momento en el que me fui alejando poco a poco mientras pensaba que Jon Spencer en el Escenario 3 tenía que merecer más la pena. Y lo hizo, aunque hubo que esperar, debido a los retrasos en esa esquina del festival.
Jon Spencer Blues Explosion fue eso: una explosión brutal, una orgía de guitarreo y distorsión que no dejaba un segundo al descanso. Una propuesta más austera, pero mucho más visceral y real, en mi opinión, que lo que se estaba viendo en el escenario grande.
Se acercaba la hora marcada, las 11:15 de la noche, y decidí ir acercándome al escenario principal, donde debería empezar el plato fuerte de la noche: The Cure.
Pasó la hora, y allí lo único que se movía eran los anuncios de los patrocinadores en la pantalla. Pasó un cuarto de hora, 20 minutos, media hora... y finalmente desde la organización avisaron de que había problemas técnicos y tendríamos que esperar algunos minutos más. El descontento se notó en el ambiente, pero hubo alguien que supo calmar a las miles de personas (casi 37,000 según la organización) que esperaban. Y ese alguien fue el mismísimo Robert Smith, que primero salió a repetir el aviso de los problemas técnicos, y después se plantó en el escenario guitarra en mano, interprentando algunos temás en acústico y en solitario. Cayeron Fire in Cairo y Boy Don't Cry, por ejemplo. Así las esperas se hacen más amenas. Se despidió diciendo que iba a por el resto de la banda. Que por algo era un concierto de The Cure, y no de Robert Smith.
Hubo que esperar algo más, en total fueron más de 45 minutos sobre el horario previsto, pero por fin comenzó el concierto, y lo hizo con Open, del álbum Wish. A partir de ahí el concierto estuvo balaceándose entre los temas menos obvios, ambientales y sin prisa en el minutero (edge of the deep green sea, por ejemplo), y los grandes éxitos que provocaban los baileoteos y/o coros del personal, de manera inmediata (lullaby, lovesong, pictures of you...)
Cuando parecía que ya estaba todo más o menos terminado, salieron a los bises c on One hundred years y The end, que parecía cerrar el concierto dejando temas en l tintero (inevitable, con su discografía). Volvieron nuevamente, para interpretar The same deep water as you. Y se marcharon nuevamente.... ¿de manera definitiva? No. Volvieron a salir. Y desataron la locura cuando parte del público ya estaba marchándose o acercándose a alguno de los otros escenario. Dressing Up, Lovecats, The Blood, Just One Kiss, Let's go to bed, Friday I'm in love, Doing The Unstuck, Close to me, Why can't I be you y Boys don't cry cerraron un concierto de tres horas que dejó a todo el mundo exhausto y satisfecho a partes iguales.
Después de tal descarga, y con las piernas notando la hora de espera y el posterior concierto maratoniano, sólo tuve fuerzas para ver un par de temas de Block Party (enérgicos como siempre, sin novedad discográfica publicada y con un Kele Okereke provocando al público para seguir la fiesta) antes de enfilar la salida, pasando por delante de una sesión de James Murphy con bastante poco público: la mayoría nos dirigíamos como zombis a la salida y a los autobuses... que estaban tan saturados que había cola para una hora. Opté por el camino alternativo de las escaleras y la vuelta a Bilbao andando....
JUEVES 12
Comenzamos la aventura del BBK Live de este año. El objetivo es llegar al primer concierto a las 6 de la tarde de The Gift, pero con media hora de espera para coger un autobús hasta Kobetamendi, y la posterior caminata hasta el recinto, no pudo ser. Tras recoger la acreditación y entrar en el festival, llegamos a tiempo para meternos en el concierto de Lori Meyers, en el escenario 2. En concreto, aparecemos en medio de sus Luces de Neón, con bastante gente ya bailando y coreando el estribillo. Los granadinos siguen desde ahí su concierto a base de temazos, continuando con Alta Fidelidad (también de Cronolánea) y Noni ya descamisado dándolo todo. Vuelven a utilizar la receta de llevar doble batería (o batería más percusión, según el caso), algo que siempre multiplica la energía que parecen desprender sobre el escenario. La recta la final la encaran con temas de Cuando el destino nos alcance: Religión, y A-Ha han vuyelto, que fusionan con Mi Realidad para cerrar. Imagino que en el próximo festival de Santander nos encontraremos con una propuesta parecida por su parte.
Pasamos al escenario grande, que los británicos Band of Skulls intentan llenar con su propuesta de bajo, guitarra y batería y sin juego de luces que compita con el sol reinante. Tarea difícil. Su sonido contundente (suavizado con las voces de la bajista Emma Richardson) no acababa de enganchar a un público que estaba más en proceso de llenar el recinto, investigarlo y proveerse de tickets y bebida que de meterse en el concierto.
Visto lo anterior, decidimos acercarnos a una propuesta más íntima, la de Ben Howard en el escenario 3 (situado justo en la entrada del festival). Comenzó con un retraso de 20 minutos que se acumularía en todos los conciertos de este escenario a lo largo de la noche. Howard es británico, pero podría venir de California. De hecho, muchos entre el público parecían venir de allí: americanos guapísimos y rubísimos, ellos y ellas. Con el bajo saturando un poco el sonido, su concierto fue lo esperado: amable, cuidado (incluyendo a una chelista entre los músicos) y muy agradable para esas horas de la tarde.
El retraso y el tiempo apremiaban, así que dejamos a Ben Howard para investigar el resto de escenarios. En el escenario 2 ya estaban tocando the Maccabees, que no me terminaron de convencer. No sé si se trataba del sonido, que no parecía del todo conseguido, o de los 3 temas que me quedé por allí, pero no me metieron en el concierto. No sé si remontarían después, pero yo tenía otro objetivo: acercarme a la carpa Vodafone (el cuarto escenario de este año) al concierto de La Habitación Roja.
La carpa de Vodafone estaba a rebosar (literalmente) cuando llegué. Además, se encontraba ligeramente elevada sobre el suelo, por lo que para poder ver algo desde fuera había que echarse hacia atrás. Y entonces el sonido de Maccabees no quedaba del todo amortiguado. Son los problemas de añadir escenarios y simultanear conciertos.
Los valencianos comenzaron con El resplandor, Siberia e Indestructibles (tres de los temas que abre su última publicación), y con un sonido mejorable (no sí en el barullo del interior de la carpa mejoraría) soltaron un repertorio de grandes éxitos y estribillos: La segunda oportunidad, Van a por nosotros, La edad de oro, El eje del mal, Voy a hacerte recordar... para cerrar con otro tema de su último trabajo: Ayer, que se solapó y quedó ahogado al final por el comienzo del concierto de Snow Patrol en el escenario principal.
Snow Patrol es uno de sus grupos que siempre recuerdo por algún estribillo pegadizo, pero poco más. En directo me confirmaron esa impresión: no son para mí, y con toda su contundencia y guitarreo me terminan subiendo al azúcar. Su sonido fue apabullante, y el montaje que llevaban en las pantallas tenía buena pinta. Abrieron con uno de sus hits, Hands Open, y luego continuaron con Crack The Shutter... momento en el que me fui alejando poco a poco mientras pensaba que Jon Spencer en el Escenario 3 tenía que merecer más la pena. Y lo hizo, aunque hubo que esperar, debido a los retrasos en esa esquina del festival.
Jon Spencer Blues Explosion fue eso: una explosión brutal, una orgía de guitarreo y distorsión que no dejaba un segundo al descanso. Una propuesta más austera, pero mucho más visceral y real, en mi opinión, que lo que se estaba viendo en el escenario grande.
Se acercaba la hora marcada, las 11:15 de la noche, y decidí ir acercándome al escenario principal, donde debería empezar el plato fuerte de la noche: The Cure.
Pasó la hora, y allí lo único que se movía eran los anuncios de los patrocinadores en la pantalla. Pasó un cuarto de hora, 20 minutos, media hora... y finalmente desde la organización avisaron de que había problemas técnicos y tendríamos que esperar algunos minutos más. El descontento se notó en el ambiente, pero hubo alguien que supo calmar a las miles de personas (casi 37,000 según la organización) que esperaban. Y ese alguien fue el mismísimo Robert Smith, que primero salió a repetir el aviso de los problemas técnicos, y después se plantó en el escenario guitarra en mano, interprentando algunos temás en acústico y en solitario. Cayeron Fire in Cairo y Boy Don't Cry, por ejemplo. Así las esperas se hacen más amenas. Se despidió diciendo que iba a por el resto de la banda. Que por algo era un concierto de The Cure, y no de Robert Smith.
Hubo que esperar algo más, en total fueron más de 45 minutos sobre el horario previsto, pero por fin comenzó el concierto, y lo hizo con Open, del álbum Wish. A partir de ahí el concierto estuvo balaceándose entre los temas menos obvios, ambientales y sin prisa en el minutero (edge of the deep green sea, por ejemplo), y los grandes éxitos que provocaban los baileoteos y/o coros del personal, de manera inmediata (lullaby, lovesong, pictures of you...)
Cuando parecía que ya estaba todo más o menos terminado, salieron a los bises c on One hundred years y The end, que parecía cerrar el concierto dejando temas en l tintero (inevitable, con su discografía). Volvieron nuevamente, para interpretar The same deep water as you. Y se marcharon nuevamente.... ¿de manera definitiva? No. Volvieron a salir. Y desataron la locura cuando parte del público ya estaba marchándose o acercándose a alguno de los otros escenario. Dressing Up, Lovecats, The Blood, Just One Kiss, Let's go to bed, Friday I'm in love, Doing The Unstuck, Close to me, Why can't I be you y Boys don't cry cerraron un concierto de tres horas que dejó a todo el mundo exhausto y satisfecho a partes iguales.
Después de tal descarga, y con las piernas notando la hora de espera y el posterior concierto maratoniano, sólo tuve fuerzas para ver un par de temas de Block Party (enérgicos como siempre, sin novedad discográfica publicada y con un Kele Okereke provocando al público para seguir la fiesta) antes de enfilar la salida, pasando por delante de una sesión de James Murphy con bastante poco público: la mayoría nos dirigíamos como zombis a la salida y a los autobuses... que estaban tan saturados que había cola para una hora. Opté por el camino alternativo de las escaleras y la vuelta a Bilbao andando....
RTZ!