25-08-11, 22:05
http://www.eldiariomontanes.es/v/2011082...10825.html
Cuando un local logra permanecer abierto durante casi 38 años es que algo se ha hecho bien. Si además ese local es uno de los puntos emblemáticos de la ciudad, lugar de paso de miles y miles de personas y hasta un segundo hogar para mucha gente, es que lo han hecho mejor que bien. Por eso, cuando un lugar así echa el cierre, todos los homenajes son pocos. Es el caso de la hamburguesería Eros, que, tras décadas sirviendo exquisitas hamburguesas y jugosos perritos en el Sardinero, al lado del Casino, el 18 de septiembre abandona el negocio.
¿Las razones? Dos. Mariano y Nisio. Los hermanos que desde el primer día, allá por los años setenta, han trabajado a destajo detrás de la barra, lo dejan. «Son muchos años, muchas generaciones que han pasado por el bar. Décadas de alegrías y tristezas, de momentos imborrables, de broncas. Nos cuesta demasiado dejarlo». Los años pesan, Mariano tiene tres hernias discales que le impiden trabajar como lo hacía antes y Nisio se jubila.
A los clientes también les duele mucho que lo dejen. Eros no es solo una hamburguesería, es algo más. Es una familia. «La gente aquí eran prácticamente familiares, siempre hemos trabajado con mucha alegría». Miles de anécdotas que contar, millones de clientes que recordar. Nisio se emociona al contar que un cliente que vive en Madrid fue a verles sólo para despedirse. Lo hizo y, con su hamburguesa y su perrito, volvió a la estación de tren para regresar a la capital. Las lágrimas caen por la mejilla de Nisio, lágrimas de emoción por ese hecho, pero también por saber que tienen que dejar atrás lo que ha llenado sus vidas durante tantos años.
Pero, ¿es posible trabajar durante casi cuatro décadas y que todos los recuerdos sean buenos? No, pero casi. «Pocos momentos malos hemos vivido detrás de la barra. Alguna que otra bronca entre hermanos por servir primero al cliente, nada más. Ni un follón ha habido aquí. Es algo de lo que estamos tremendamente orgullosos», comentan.
Lo que sí es imposible es conseguir tanto éxito sin tener que sacrificar muchas cosas. Mariano relata que él siempre ha dicho que «los sacrificados no somos nosotros. Son nuestras mujeres , que se quedaban en casa. Nosotros veníamos a trabajar, estábamos con amigos». Aunque siempre hay cosas de las que se arrepienten. «No haber disfrutado de los hijos y de los nietos lo suficiente, ese ha sido el gran sacrificio que hemos hecho».
El Eros no se hizo famoso de la noche a la mañana. De hecho, ellos mismos reconocen que sólo se han dado cuenta de lo conocidos que son cuando les ha llegado la hora de cerrar. Y eso a pesar de que cantidad de personajes famosos han pasado por su establecimiento. «Aquí han estado personalidades como Joselito, Bustamante, Pipi Estrada... ¡hasta la Infanta Elena!».
A ellos les gusta mucho contar una anécdota que tuvo lugar cuando se pasó por el local Juan Señor, mítico exjugador de fútbol del Zaragoza y de la selección española. «Nos acordamos mucho de cuando vino porque tenía tanto hipo que no podía ni comer. Se acercó a nosotros, nos pidió un vaso de agua con un cuchillo dentro. Se lo bebió y el hipo desapareció como por arte de magia. Aquí hasta aprendemos remedios naturales», señalan.
Cuando les preguntamos por el secreto de su negocio nos dicen que no hay ninguno. «Esto se consigue a base de trabajo y de tener un jefe que nos dejaba hacer nuestro trabajo. Más que un dueño era un cliente más». Pero una cosa es un negocio exitoso y otra es tener el cariño y el reconocimiento de tantísima gente. «Nosotros hacemos lo que sabemos, es decir, ser amables, cuidar a los clientes y a sus niños... el buen trato hace el 90% de la clientela» señalan a la vez.
Aunque ellos cierran, su espíritu se queda en el local de al lado. «Todo el amor, la amabilidad y el buen trato, así como las buenas hamburguesas, las podréis encontrar en el bar Rocamar, que tiene el mismo dueño y eso se nota».
Los hermanos se merecen un homenaje. Y lo tendrán. El 19 de septiembre, en el hotel Hoyuela, familiares, amigos, clientes y todo el que quiera, podrán asistir a una cena en la que se reconocerá el trabajo de toda una vida. A buen seguro que se servirán hamburguesas. De las buenas. De la hamburguesería Eros.
Cuando un local logra permanecer abierto durante casi 38 años es que algo se ha hecho bien. Si además ese local es uno de los puntos emblemáticos de la ciudad, lugar de paso de miles y miles de personas y hasta un segundo hogar para mucha gente, es que lo han hecho mejor que bien. Por eso, cuando un lugar así echa el cierre, todos los homenajes son pocos. Es el caso de la hamburguesería Eros, que, tras décadas sirviendo exquisitas hamburguesas y jugosos perritos en el Sardinero, al lado del Casino, el 18 de septiembre abandona el negocio.
¿Las razones? Dos. Mariano y Nisio. Los hermanos que desde el primer día, allá por los años setenta, han trabajado a destajo detrás de la barra, lo dejan. «Son muchos años, muchas generaciones que han pasado por el bar. Décadas de alegrías y tristezas, de momentos imborrables, de broncas. Nos cuesta demasiado dejarlo». Los años pesan, Mariano tiene tres hernias discales que le impiden trabajar como lo hacía antes y Nisio se jubila.
A los clientes también les duele mucho que lo dejen. Eros no es solo una hamburguesería, es algo más. Es una familia. «La gente aquí eran prácticamente familiares, siempre hemos trabajado con mucha alegría». Miles de anécdotas que contar, millones de clientes que recordar. Nisio se emociona al contar que un cliente que vive en Madrid fue a verles sólo para despedirse. Lo hizo y, con su hamburguesa y su perrito, volvió a la estación de tren para regresar a la capital. Las lágrimas caen por la mejilla de Nisio, lágrimas de emoción por ese hecho, pero también por saber que tienen que dejar atrás lo que ha llenado sus vidas durante tantos años.
Pero, ¿es posible trabajar durante casi cuatro décadas y que todos los recuerdos sean buenos? No, pero casi. «Pocos momentos malos hemos vivido detrás de la barra. Alguna que otra bronca entre hermanos por servir primero al cliente, nada más. Ni un follón ha habido aquí. Es algo de lo que estamos tremendamente orgullosos», comentan.
Lo que sí es imposible es conseguir tanto éxito sin tener que sacrificar muchas cosas. Mariano relata que él siempre ha dicho que «los sacrificados no somos nosotros. Son nuestras mujeres , que se quedaban en casa. Nosotros veníamos a trabajar, estábamos con amigos». Aunque siempre hay cosas de las que se arrepienten. «No haber disfrutado de los hijos y de los nietos lo suficiente, ese ha sido el gran sacrificio que hemos hecho».
El Eros no se hizo famoso de la noche a la mañana. De hecho, ellos mismos reconocen que sólo se han dado cuenta de lo conocidos que son cuando les ha llegado la hora de cerrar. Y eso a pesar de que cantidad de personajes famosos han pasado por su establecimiento. «Aquí han estado personalidades como Joselito, Bustamante, Pipi Estrada... ¡hasta la Infanta Elena!».
A ellos les gusta mucho contar una anécdota que tuvo lugar cuando se pasó por el local Juan Señor, mítico exjugador de fútbol del Zaragoza y de la selección española. «Nos acordamos mucho de cuando vino porque tenía tanto hipo que no podía ni comer. Se acercó a nosotros, nos pidió un vaso de agua con un cuchillo dentro. Se lo bebió y el hipo desapareció como por arte de magia. Aquí hasta aprendemos remedios naturales», señalan.
Cuando les preguntamos por el secreto de su negocio nos dicen que no hay ninguno. «Esto se consigue a base de trabajo y de tener un jefe que nos dejaba hacer nuestro trabajo. Más que un dueño era un cliente más». Pero una cosa es un negocio exitoso y otra es tener el cariño y el reconocimiento de tantísima gente. «Nosotros hacemos lo que sabemos, es decir, ser amables, cuidar a los clientes y a sus niños... el buen trato hace el 90% de la clientela» señalan a la vez.
Aunque ellos cierran, su espíritu se queda en el local de al lado. «Todo el amor, la amabilidad y el buen trato, así como las buenas hamburguesas, las podréis encontrar en el bar Rocamar, que tiene el mismo dueño y eso se nota».
Los hermanos se merecen un homenaje. Y lo tendrán. El 19 de septiembre, en el hotel Hoyuela, familiares, amigos, clientes y todo el que quiera, podrán asistir a una cena en la que se reconocerá el trabajo de toda una vida. A buen seguro que se servirán hamburguesas. De las buenas. De la hamburguesería Eros.