18-08-11, 21:43
no es mío, es de un amigo, pero no puedo estar más de acuerdo...
Mirando con un poco más de perspectiva el incidente de anoche, cada vez estoy más convencido de que Mourinho es un desequilibrado, en el sentido psicológico del término.
Y estoy absolutamente convencido de que ha llegado un extremo en que le importa una puta mierda el Madrid, el fútbol y cualquier otra cosa que no sea él mismo. Es obvio que el Madrid le sirve como instrumento para sus objetivos, en cuanto puede camuflar sus paranoias egocéntricas en un grupo heterogéneo, previamente manipulado y aborregado, pero lo único que realmente le importa es él.
Llegó a Madrid como si hubiera inventado la vacuna contra algo grave. Sus ínfulas y su arrogancia eran lo que precisaba un club en horas bajas, que veía como el eterno rival, por primera vez en la Historia, no sólo les pasaba la mano por la cara, sino que encima era admirado en prácticamente todo el mundo por juego y resultados.
Siempre he considerado la chulería desmedida, la egomanía desatada, como un síntoma de gilipollez. Seguramente los expertos dirían que se trata de una reacción a una timidez galopante o algo así, pero yo lo único que veo en este tipo de gente es a un gilipollas que se cree que la Humanidad le va a erigir un monumento en vida por sus servicios a vete a saber qué.
El traductor ha dado ya varias pequeñas, sutiles muestras de que lo único que importa ante la derrota es el sacudirse la culpa de encima. Quien es perfecto no puede fallar, y si lo hace, es porque alguien no se ha enterado de su perfección, ergo ha hecho trampas.
Anoche, en una lamentable muestra de mal perder (el gol de Messi estoy seguro de que le inflamó la úlcera que a buen seguro arrastra desde que se le expulsó de Catalonia), quiso cambiar sus habituales bocanadas paletas y barriobajeras en acción pura y dura. Pero, obviamente, desconoce lo que es el cuerpo a cuerpo, lo suyo es gritar 'hijoputa' y luego darle la culpa al de al lado. Pero anoche repito, quiso, rezumando bilis, mala hostia y frustración, en el Coliseo que le repudió, usar los puños.
Pero en su desequilibrio y su escasa y nula capacidad para la violencia cara a cara, acostumbrado a insultar desde la barrera, lo más agresivo que le salió fue meter un dedo en el ojo del segundo entrenador rival. Una patética agresión que uno se pregunta hasta qué punto es ridícula, o hasta qué punto revela a un personaje con una seria tara mental. Máxime cuando al segundo y tras recibir una colleja por parte de dicho segundo entrenador, se dedicó a hacer una serie de muecas grotescas, que trataban de ser burlas pero que más bien parecían estertores de un estreñido crónico.
Nadie, ningún hombre y derecho que yo conozca, se mete en una tangana de ese modo. Villa, Ozil, Pinto, quien sea, son peones en una tangana de miles, las ha habido y las habrá, cuatro tortas y listo. Pero hasta ahora nadie había agredido de forma tan grotesca y peculiar a un técnico contrario.
Mou anoche tenía muy asumido que correría bajo los aspersores de nuevo, y caer tan cerca de la meta no pudo soportarlo. Su momento de gloria, las cámaras que, en travelling lateral, le acompañarían por todo el campo mientras él levantaría los brazos señalando a siete aficionados del Madrid llegados de Albacete y colgados en la tercera gradería, ya no era posible. El sueño se esfumaba. Y en su delirio, viendo el tumulto, encontró la solución para que hoy, de nuevo, una vez más, se hable de él. Su dedo. Arma letal.
El partido, el trofeo, el Madrid, el Barça, su club, el fútbol, todo volvía a quedar en segundo plano. Hoy se volvería a hablar de él. Y para asegurarse aún más su protagonismo radical, salió a la rueda de prensa negando conocer a alguien que todo el mundo sabe que conoce, y mucho menos que le hubiera agredido, a sabiendas de que todo el mundo sabía que estaba mintiendo. Pero eso no importa. Lo importante es que ÉL, ho, volvería a ser el número uno, el más admirado y odiado, el merda enmig.
Y se seguirá hablando. Siempre de él antes que de su equipo, sus jugadores y su club.
Y gran parte del madridismo, encantada.
Y yo, por supuesto...
Mirando con un poco más de perspectiva el incidente de anoche, cada vez estoy más convencido de que Mourinho es un desequilibrado, en el sentido psicológico del término.
Y estoy absolutamente convencido de que ha llegado un extremo en que le importa una puta mierda el Madrid, el fútbol y cualquier otra cosa que no sea él mismo. Es obvio que el Madrid le sirve como instrumento para sus objetivos, en cuanto puede camuflar sus paranoias egocéntricas en un grupo heterogéneo, previamente manipulado y aborregado, pero lo único que realmente le importa es él.
Llegó a Madrid como si hubiera inventado la vacuna contra algo grave. Sus ínfulas y su arrogancia eran lo que precisaba un club en horas bajas, que veía como el eterno rival, por primera vez en la Historia, no sólo les pasaba la mano por la cara, sino que encima era admirado en prácticamente todo el mundo por juego y resultados.
Siempre he considerado la chulería desmedida, la egomanía desatada, como un síntoma de gilipollez. Seguramente los expertos dirían que se trata de una reacción a una timidez galopante o algo así, pero yo lo único que veo en este tipo de gente es a un gilipollas que se cree que la Humanidad le va a erigir un monumento en vida por sus servicios a vete a saber qué.
El traductor ha dado ya varias pequeñas, sutiles muestras de que lo único que importa ante la derrota es el sacudirse la culpa de encima. Quien es perfecto no puede fallar, y si lo hace, es porque alguien no se ha enterado de su perfección, ergo ha hecho trampas.
Anoche, en una lamentable muestra de mal perder (el gol de Messi estoy seguro de que le inflamó la úlcera que a buen seguro arrastra desde que se le expulsó de Catalonia), quiso cambiar sus habituales bocanadas paletas y barriobajeras en acción pura y dura. Pero, obviamente, desconoce lo que es el cuerpo a cuerpo, lo suyo es gritar 'hijoputa' y luego darle la culpa al de al lado. Pero anoche repito, quiso, rezumando bilis, mala hostia y frustración, en el Coliseo que le repudió, usar los puños.
Pero en su desequilibrio y su escasa y nula capacidad para la violencia cara a cara, acostumbrado a insultar desde la barrera, lo más agresivo que le salió fue meter un dedo en el ojo del segundo entrenador rival. Una patética agresión que uno se pregunta hasta qué punto es ridícula, o hasta qué punto revela a un personaje con una seria tara mental. Máxime cuando al segundo y tras recibir una colleja por parte de dicho segundo entrenador, se dedicó a hacer una serie de muecas grotescas, que trataban de ser burlas pero que más bien parecían estertores de un estreñido crónico.
Nadie, ningún hombre y derecho que yo conozca, se mete en una tangana de ese modo. Villa, Ozil, Pinto, quien sea, son peones en una tangana de miles, las ha habido y las habrá, cuatro tortas y listo. Pero hasta ahora nadie había agredido de forma tan grotesca y peculiar a un técnico contrario.
Mou anoche tenía muy asumido que correría bajo los aspersores de nuevo, y caer tan cerca de la meta no pudo soportarlo. Su momento de gloria, las cámaras que, en travelling lateral, le acompañarían por todo el campo mientras él levantaría los brazos señalando a siete aficionados del Madrid llegados de Albacete y colgados en la tercera gradería, ya no era posible. El sueño se esfumaba. Y en su delirio, viendo el tumulto, encontró la solución para que hoy, de nuevo, una vez más, se hable de él. Su dedo. Arma letal.
El partido, el trofeo, el Madrid, el Barça, su club, el fútbol, todo volvía a quedar en segundo plano. Hoy se volvería a hablar de él. Y para asegurarse aún más su protagonismo radical, salió a la rueda de prensa negando conocer a alguien que todo el mundo sabe que conoce, y mucho menos que le hubiera agredido, a sabiendas de que todo el mundo sabía que estaba mintiendo. Pero eso no importa. Lo importante es que ÉL, ho, volvería a ser el número uno, el más admirado y odiado, el merda enmig.
Y se seguirá hablando. Siempre de él antes que de su equipo, sus jugadores y su club.
Y gran parte del madridismo, encantada.
Y yo, por supuesto...
"Stoner pincha mejor bajo presión" (Patrullero)