08-03-13, 15:50
Rubén Uría(eurosport) suele escribir cosas con bastante sentido, y no creo que sea ningún forofo
"Buscar la verdad y el riesgo de encontrarla
Puerta grande o cornada en la femoral. Ese era el destino del Madrid en una semana intensa y cargada de desafíos. Mourinho aplazó sus presuntos fusilamientos al amanecer descabalgando al Barça con autoridad en la Copa y con los titulares; repitió faena en Liga y con suplentes; y culminó su semana grande superando por centímetros a un Manchester United al que algún desaprensivo tachó de equipito. Pasó el Madrid por pequeños detalles con nombres y apellidos: por una noche casillesca y milagrera de Diego López, un pulpo; por un golazo de Modric que amortizó su fichaje, hasta ahora cuestionado; y por el tanto final de Cristiano que, pese a verse emocionalmente secuestrado por la liturgia de Old Trafford, volvió a marcar y liderar. El Madrid pasó a pesar del partido homérico de Wellbeck, un titán de ébano; a pesar del cerrojo defensivo de Ferguson, un telón de acero impenetrable para el Madrid en igualdad numérica; y también a pesar de la enésima exhibición de una leyenda milenaria llamada Ryan Giggs.
Siéntate plácidamente en el río y verás pasar el cadáver de tu enemigo. Extraviado al atacar en estático por la costumbre de vivir del error ajeno, el Madrid encontró la luz cuando se había quedado a oscuras. Ferguson se las prometía muy felices. Pensó aquello de hace un día precioso, pero verás como viene alguien y lo jode. Y en esas, Nani metió la pierna de mal modo a Arbeloa y el partido cambió de signo. Amarilla o roja, esa era la cuestión. El colegiado enseñó el cartón rojo y el temor de Ferguson se cumplió. Alguien le había jodido un día precioso. El United metió el trasero en la nariz de De Gea y el Madrid encontró el camino después de un zapatazo descomunal de Modric. Después se sentó plácidamente en el río y acabó viendo pasar el cadáver de su enemigo. Cristiano – que pidió perdón después de vacunar-, empujó a la red una pelota con veneno que llegó desde el costado y el Madrid respiró aliviado. La traca final de arreones del United, aún con uno menos, encumbró a López y concedió dignidad a la carga inglesa. Décima a la vista.
La verdad y el riesgo de encontrarla. Desprovisto de su prótesis de chico malo, Mourinho confesó que había perdido el mejor, que su portero fue el más destacado, que su equipo no había merecido ganar y se solidarizó con la indignación que debía sentir Ferguson. Todo rectitud y señorío, diseñó un discurso ejemplar y modélico. Chapeau. Nadie le acusó de falso humilde, ni de ser un hipócrita de manual, ni de tener valores postizos, ni de mear colonia. Nadie le preguntó qué se sentía al ganar con uno más. Esta vez nadie se preguntó de manera dramática por qué en reiteradas ocasiones. Esta vez nadie creyó conveniente recitar, de memoria, la lista de reyes godos [Obrevo, Bussaca, Frisk, De Becklere o Stark]. Esta vez nadie preguntó el tamaño del escondite arbitral para tapar las miserias. Esta vez no se escuchó a nadie insinuar si sería cosa de Unicef, o si era cosa de Villar que se lleva muy bien con la UEFA, o si era cosa de que sus jugadores, eran muy simpáticos. Esta vez nadie quiso preguntar si debería dar vergüenza ganar así, ni sobre quién podría presumir de ganar una Champions blanca y brillante. Será que no se puede presumir de tener la boca limpia si se tiene el culo sucio. Porque, entre otras cosas, en esta vida, el que busca la verdad, corre el riesgo de encontrarla.
La cofradía del santo reproche. Esta vez a los costaleros del villarato no se les pudo ver los ojos inyectados en sangre. Es más, no se habló de robos, atracos y conspiraciones. Esta vez no hubo Unicef, ni falsos humildes, ni hipócritas, ni valores postizos, ni conspiraciones, ni Champions de vergüenza, ni villaratos ni platinatos. Esta vez los suministradores de estramonio encontraron el punto de fuga: el alzheimer progresivo en favor de su ídolo. ¿Su credibilidad? como canta Sabina, lo que dos peces de hielo en un whisky on the rocks. En su defecto, se aplicó el protocolo de rigor: por el mar corren las liebres y por el monte, las sardinas. [Espejito, espejito ¿quién tiene más audiencia que yo?]"
Rubén Uría / Eurosport
"Buscar la verdad y el riesgo de encontrarla
Puerta grande o cornada en la femoral. Ese era el destino del Madrid en una semana intensa y cargada de desafíos. Mourinho aplazó sus presuntos fusilamientos al amanecer descabalgando al Barça con autoridad en la Copa y con los titulares; repitió faena en Liga y con suplentes; y culminó su semana grande superando por centímetros a un Manchester United al que algún desaprensivo tachó de equipito. Pasó el Madrid por pequeños detalles con nombres y apellidos: por una noche casillesca y milagrera de Diego López, un pulpo; por un golazo de Modric que amortizó su fichaje, hasta ahora cuestionado; y por el tanto final de Cristiano que, pese a verse emocionalmente secuestrado por la liturgia de Old Trafford, volvió a marcar y liderar. El Madrid pasó a pesar del partido homérico de Wellbeck, un titán de ébano; a pesar del cerrojo defensivo de Ferguson, un telón de acero impenetrable para el Madrid en igualdad numérica; y también a pesar de la enésima exhibición de una leyenda milenaria llamada Ryan Giggs.
Siéntate plácidamente en el río y verás pasar el cadáver de tu enemigo. Extraviado al atacar en estático por la costumbre de vivir del error ajeno, el Madrid encontró la luz cuando se había quedado a oscuras. Ferguson se las prometía muy felices. Pensó aquello de hace un día precioso, pero verás como viene alguien y lo jode. Y en esas, Nani metió la pierna de mal modo a Arbeloa y el partido cambió de signo. Amarilla o roja, esa era la cuestión. El colegiado enseñó el cartón rojo y el temor de Ferguson se cumplió. Alguien le había jodido un día precioso. El United metió el trasero en la nariz de De Gea y el Madrid encontró el camino después de un zapatazo descomunal de Modric. Después se sentó plácidamente en el río y acabó viendo pasar el cadáver de su enemigo. Cristiano – que pidió perdón después de vacunar-, empujó a la red una pelota con veneno que llegó desde el costado y el Madrid respiró aliviado. La traca final de arreones del United, aún con uno menos, encumbró a López y concedió dignidad a la carga inglesa. Décima a la vista.
La verdad y el riesgo de encontrarla. Desprovisto de su prótesis de chico malo, Mourinho confesó que había perdido el mejor, que su portero fue el más destacado, que su equipo no había merecido ganar y se solidarizó con la indignación que debía sentir Ferguson. Todo rectitud y señorío, diseñó un discurso ejemplar y modélico. Chapeau. Nadie le acusó de falso humilde, ni de ser un hipócrita de manual, ni de tener valores postizos, ni de mear colonia. Nadie le preguntó qué se sentía al ganar con uno más. Esta vez nadie se preguntó de manera dramática por qué en reiteradas ocasiones. Esta vez nadie creyó conveniente recitar, de memoria, la lista de reyes godos [Obrevo, Bussaca, Frisk, De Becklere o Stark]. Esta vez nadie preguntó el tamaño del escondite arbitral para tapar las miserias. Esta vez no se escuchó a nadie insinuar si sería cosa de Unicef, o si era cosa de Villar que se lleva muy bien con la UEFA, o si era cosa de que sus jugadores, eran muy simpáticos. Esta vez nadie quiso preguntar si debería dar vergüenza ganar así, ni sobre quién podría presumir de ganar una Champions blanca y brillante. Será que no se puede presumir de tener la boca limpia si se tiene el culo sucio. Porque, entre otras cosas, en esta vida, el que busca la verdad, corre el riesgo de encontrarla.
La cofradía del santo reproche. Esta vez a los costaleros del villarato no se les pudo ver los ojos inyectados en sangre. Es más, no se habló de robos, atracos y conspiraciones. Esta vez no hubo Unicef, ni falsos humildes, ni hipócritas, ni valores postizos, ni conspiraciones, ni Champions de vergüenza, ni villaratos ni platinatos. Esta vez los suministradores de estramonio encontraron el punto de fuga: el alzheimer progresivo en favor de su ídolo. ¿Su credibilidad? como canta Sabina, lo que dos peces de hielo en un whisky on the rocks. En su defecto, se aplicó el protocolo de rigor: por el mar corren las liebres y por el monte, las sardinas. [Espejito, espejito ¿quién tiene más audiencia que yo?]"
Rubén Uría / Eurosport
Estoy tan lleno de defectos que voy a estallar.