17-10-11, 09:51
(Última modificación: 17-10-11, 09:55 por Phunk Phenomena.)
Me han resultado interesantes las aportaciones de todos los foreros en este hilo pero quien más se acerca a la realidad del asunto (en mi modesta opinión, claro) es PATRULLERO.
Yo creo (en este caso estoy bastante seguro) que no estamos ante una crisis del arte o de la creación. Estamos en una crisis de la industria. Yo ni siquiera lo llamaría crisis, pienso más bien que se trata de un cambio permanente e irreversible en el modelo de negocio. Pero EL ARTE NO ESTÁ EN PELIGRO. Ni lo ha estado jamás ni lo estará nunca porque la expresión artística es una cualidad inherente al ser humano y ES AJENA A LA INDUSTRIA.
Cuando el hombre paleolítico aprendió a cocer el barro o la arcilla no se limitó a crear pucheros, botijos y platos que mejoraron su alimentación sino que también le dio por ADORNARLOS para hacerlos bonitos y vistosos. En día final, en el que este mundo se vaya a pique y NOS VAYAMOS TODOS AL CARAJO estoy seguro que los últimos en hundirse serán, como en el Titanic, los violinistas. El artista es una especie primitiva inmune a cualquier crisis cuyo hábitat ha sido, habitualmente, una mugrienta buhardilla de París, donde trasegaban vino peleón y esquivaban al casero. Normalmente TENÍAN MUCHOS AMANTES Y MORÍAN DE TISIS, pero de dinero, señores, nunca han ido sobrados ni les ha importado mucho.
Si nos centramos un poco más específicamente en el estado de la música hoy en día, tengo que decir que llevo años oyendo llorar a la industria advirtiéndome sobre LA INMINENTE MUERTE DE LA MÚSICA. Pues bien, llevo escuchando música intensamente desde que era un chaval, desde finales/mediados de los años 80, y nunca me he encontrado con un panorama musical tan rico, tan diverso y tan original como el de ahora. La calidad y cantidad de grupos y artistas EXCELENTES que han sacado disco en 2011, 2010 y 2009 es abrumadora. Nunca he escuchado música tan buena como hoy.
¿Qué ha habido cambios en los hábitos de consumo? Sí. ¿Qué ahora es más difícil que un grupo saque un segundo o un tercer disco? Sí. ¿Qué se acabó la época de los discos de oro y de platino por doquier? Sí. ¿Qué esto ha producido una involución y retroceso creativo? No.
El problema aquí es que LA INDUSTRIA SE ADAPTE DE UNA VEZ AL NUEVO MODELO, que los artistas tengan claro cuales son sus objetivos y que la oferta y la demanda, a través de canales legítimos (esto sí), encuentre de una vez un equilibrio que permita fijar definitivamente un precio justo y razonable. Y de estas cosas no tiene la culpa el consumidor, quien tiene la culpa es esa industria que ha pretendido hacernos comulgar con ruedas de molino y ha vendido (durante un par de décadas de auténtica burbuja inflacionista –como bien señaló Patrullero–) PRODUCTOS DE CONSUMO MASIVO CON LA ETIQUETA DE ‘ARTE’.
Yo creo (en este caso estoy bastante seguro) que no estamos ante una crisis del arte o de la creación. Estamos en una crisis de la industria. Yo ni siquiera lo llamaría crisis, pienso más bien que se trata de un cambio permanente e irreversible en el modelo de negocio. Pero EL ARTE NO ESTÁ EN PELIGRO. Ni lo ha estado jamás ni lo estará nunca porque la expresión artística es una cualidad inherente al ser humano y ES AJENA A LA INDUSTRIA.
Cuando el hombre paleolítico aprendió a cocer el barro o la arcilla no se limitó a crear pucheros, botijos y platos que mejoraron su alimentación sino que también le dio por ADORNARLOS para hacerlos bonitos y vistosos. En día final, en el que este mundo se vaya a pique y NOS VAYAMOS TODOS AL CARAJO estoy seguro que los últimos en hundirse serán, como en el Titanic, los violinistas. El artista es una especie primitiva inmune a cualquier crisis cuyo hábitat ha sido, habitualmente, una mugrienta buhardilla de París, donde trasegaban vino peleón y esquivaban al casero. Normalmente TENÍAN MUCHOS AMANTES Y MORÍAN DE TISIS, pero de dinero, señores, nunca han ido sobrados ni les ha importado mucho.
Si nos centramos un poco más específicamente en el estado de la música hoy en día, tengo que decir que llevo años oyendo llorar a la industria advirtiéndome sobre LA INMINENTE MUERTE DE LA MÚSICA. Pues bien, llevo escuchando música intensamente desde que era un chaval, desde finales/mediados de los años 80, y nunca me he encontrado con un panorama musical tan rico, tan diverso y tan original como el de ahora. La calidad y cantidad de grupos y artistas EXCELENTES que han sacado disco en 2011, 2010 y 2009 es abrumadora. Nunca he escuchado música tan buena como hoy.
¿Qué ha habido cambios en los hábitos de consumo? Sí. ¿Qué ahora es más difícil que un grupo saque un segundo o un tercer disco? Sí. ¿Qué se acabó la época de los discos de oro y de platino por doquier? Sí. ¿Qué esto ha producido una involución y retroceso creativo? No.
El problema aquí es que LA INDUSTRIA SE ADAPTE DE UNA VEZ AL NUEVO MODELO, que los artistas tengan claro cuales son sus objetivos y que la oferta y la demanda, a través de canales legítimos (esto sí), encuentre de una vez un equilibrio que permita fijar definitivamente un precio justo y razonable. Y de estas cosas no tiene la culpa el consumidor, quien tiene la culpa es esa industria que ha pretendido hacernos comulgar con ruedas de molino y ha vendido (durante un par de décadas de auténtica burbuja inflacionista –como bien señaló Patrullero–) PRODUCTOS DE CONSUMO MASIVO CON LA ETIQUETA DE ‘ARTE’.
Diamond in the back,
Sunroof top,
Diggin the scene,
With a gangsta lean, wooh-ooh-ooh
Sunroof top,
Diggin the scene,
With a gangsta lean, wooh-ooh-ooh