27-09-05, 13:06
Iba a publicar esto en el blog, pero se me adelantó Roberto y no pude dejarlo como comentario, ya que no me deja escribirlos desde el anonimizador que uso para saltarme el proxy de Timofónica y poder ver la web...
A ver si (pese al ligero toque ácido) me lo publican en la sección de opinión de Santanderciudadviva...
Esta ciudad nunca ha destacado por ser el paradigma de multiculturalismo para la juventud: eso siempre lo he tenido claro. Las ofertas culturales orientadas a una determinada franja de edad y por qué no decirlo, a un status social son claras y de una calidad impresionante (véase, por ejemplo, el festival internacional de Santander) pero la juventud tiene que soportar el tedio y el alienamiento constante, en parte gracias a una política policial abusiva y discriminatoria.
Desde hace semanas, Santander (imagino -que cosas pienso...- que en pro de la seguridad ciudadana) parece más un estado policial (diría de sitio, pero el cuerpo predominante es la policía nacional) que una ciudad en sí. Los controles se suceden por todos lados y a todas horas, las redadas (con violencia incluída, si no que se lo pregunten al chaval al que se le ocurrió sacar una foto en la calle Peñas Redondas durante la acontecida en el bar «The New») no terminan en los bares que no responden al criterio de ocio mayoritario (ahí se ve claramente el criterio de pluralidad del que hacen gala nuestros gentiles protectores) y (aunque esto ocurre desde hace aún más tiempo) los conciertos no paran de cancelarse, y no hablo por la poca asistencia (por desgracia esa siempre hace gala) sino por nuestros ya citados y amados benefactores.
¿Qué nos queda a los jóvenes cántabros? Pues nos queda la misma alternativa de siempre: bares clónicos, con música clónica, comercial y que no aporta nada y donde chicos y chicas de bien entran de dos en dos (o de tres en tres) en los lababos (como en todos los sitios donde han hecho ya redadadas) pero eso sí, bien vestidos (pese a que parece que van de uniforme, tanto de vestuario como de peinados y complementos) y con una presencia inmejorable para desviar un poco la atención de sus ojos hinchadísimos y sus mandíbulas cuasidesencajadas...
Con una semana grande que da risa, unos conciertos que satisfacen al embotado criterio de la masa aletargada por los pseudo artistas de Operación Triunfo, Cuarenta Principales y similares, a la juventud alternativa de Santander no sé si nos queda el emigrar o exigir a las instituciones Cántabras pertinentes un lavado de cerebro subvencionado para tener una miserable posibilidad de integración social (Al fin y al cabo, Don Aquilino aseguraba poder curar homosexuales -¿Por qué a mí no?-) que nos garantice salir aunque sólo sea un poco del tedio que nos envuelve.
Evidentemente el responsable de esta situación jamás llegará a leer esta crítica (y ni se me ocurre imaginarme por que parte de su anatomía se la restregaría en caso de leerla) pero lanzo este mensaje simplemente con la intención de dar a entender de que no toda la gente que consume cultura alternativa (tanto de música como de cine u otras artes) ni que para por determinados sitios en Santander somos drogadictos, delincuentes o (perdonen, pero ya tengo hasta mis dudas) terroristas. Y estamos empezando a hartarnos de tanta represión: Franco murió hace años...
A ver si (pese al ligero toque ácido) me lo publican en la sección de opinión de Santanderciudadviva...
Esta ciudad nunca ha destacado por ser el paradigma de multiculturalismo para la juventud: eso siempre lo he tenido claro. Las ofertas culturales orientadas a una determinada franja de edad y por qué no decirlo, a un status social son claras y de una calidad impresionante (véase, por ejemplo, el festival internacional de Santander) pero la juventud tiene que soportar el tedio y el alienamiento constante, en parte gracias a una política policial abusiva y discriminatoria.
Desde hace semanas, Santander (imagino -que cosas pienso...- que en pro de la seguridad ciudadana) parece más un estado policial (diría de sitio, pero el cuerpo predominante es la policía nacional) que una ciudad en sí. Los controles se suceden por todos lados y a todas horas, las redadas (con violencia incluída, si no que se lo pregunten al chaval al que se le ocurrió sacar una foto en la calle Peñas Redondas durante la acontecida en el bar «The New») no terminan en los bares que no responden al criterio de ocio mayoritario (ahí se ve claramente el criterio de pluralidad del que hacen gala nuestros gentiles protectores) y (aunque esto ocurre desde hace aún más tiempo) los conciertos no paran de cancelarse, y no hablo por la poca asistencia (por desgracia esa siempre hace gala) sino por nuestros ya citados y amados benefactores.
¿Qué nos queda a los jóvenes cántabros? Pues nos queda la misma alternativa de siempre: bares clónicos, con música clónica, comercial y que no aporta nada y donde chicos y chicas de bien entran de dos en dos (o de tres en tres) en los lababos (como en todos los sitios donde han hecho ya redadadas) pero eso sí, bien vestidos (pese a que parece que van de uniforme, tanto de vestuario como de peinados y complementos) y con una presencia inmejorable para desviar un poco la atención de sus ojos hinchadísimos y sus mandíbulas cuasidesencajadas...
Con una semana grande que da risa, unos conciertos que satisfacen al embotado criterio de la masa aletargada por los pseudo artistas de Operación Triunfo, Cuarenta Principales y similares, a la juventud alternativa de Santander no sé si nos queda el emigrar o exigir a las instituciones Cántabras pertinentes un lavado de cerebro subvencionado para tener una miserable posibilidad de integración social (Al fin y al cabo, Don Aquilino aseguraba poder curar homosexuales -¿Por qué a mí no?-) que nos garantice salir aunque sólo sea un poco del tedio que nos envuelve.
Evidentemente el responsable de esta situación jamás llegará a leer esta crítica (y ni se me ocurre imaginarme por que parte de su anatomía se la restregaría en caso de leerla) pero lanzo este mensaje simplemente con la intención de dar a entender de que no toda la gente que consume cultura alternativa (tanto de música como de cine u otras artes) ni que para por determinados sitios en Santander somos drogadictos, delincuentes o (perdonen, pero ya tengo hasta mis dudas) terroristas. Y estamos empezando a hartarnos de tanta represión: Franco murió hace años...