30-05-21, 19:42
Pues por fin este fin de semana he ido a un festival que ya puede merecer tal nombre. De sentados, sin alcohol durante las atuaciones y con limitación de aforo, pero como todos los conciertos han sido en auditorios fetén, pues no está muy lejos de lo que en su día vivimos en el Tanned Tin o el CuVa. La edición 2021 ha tenido como hilo conductor el tema de las fronteras, así que todo lo que se ha programado tenía algo de cruce y de intercambio cultural. Como todo buen festival "de autor" me he comido un par de castañas importantes que no voy a molestarme en mencionar; pero sin riesgo no hay ganancia, así que supongo que es el precio que hay que pagar para poder gozar de otras maravillas. Y es una pena que por tema de desplazamientos y de horarios me he perdido a Amorante y a Maria Arnal & Marcel Bagés (bueno, al menos a estos les he visto hace un par de semanas, aunque hubiera repetido encantado), pero bueno, lo dicho: lo bueno ha destacado tanto que ha hecho que todo haya merecido la pena.
- Za! & La Transmegacobla - Los Za! de toda la vida, acompañados por un dúo de cantantes rollo las cosas griegas que ponía Ramon Trecet (que resultaron ser mis adoradas Tarta Relena) y de cuatro especies de trompetistas que hacían algo como sardanas espaciales. Cada uno iba disfrazado de una movida, improvisaban mucho, se inventaban coreografías sobre la marcha y ponían al público a hacer ruidos para acompañarlos. Vergüenza me da admitir que nunca antes les habia visto en directo. Maravillosos.
-Califato 3/4 - Hasta hace muy poco les tenía bastante manía, supongo que porque no tená paciencia para escucharlos con atención y no entendía nada de su propuesta (ni del idioma en el que cantan). Con el último disco yales he pegado mejores escuchas y me han ganado mucho, y vistos en directo doy fe de que son un cañonazo y que están hechos para comerse escenarios bien grandes. Todo está pensado a lo grande, con cuatro vocalistas distintos, músicos que salen y entran del escenario y se cambian de instrumento según lo que pida cada canción, cambios de ritmo locos todo el rato, partes delicadas y bombazos raveros... El único pero que les pongo es que eché en falta un poco más de rotundidad en el sonido: no sé si fue cosa de los técnicos de la sala o es decisión del grupo sonar así, pero me faltó que los bombos hicieran temblar las paredes y que los subgraves se sintieran bien dentro del pecho. Pero bueno, están hechos para cerrar a lo bestia todos los festivales grandes que se monten en cuanto se pueda bailar a lo loco y sin distancias. Adiós, Crystal Fighters, creo que os acaban de echar del trono.
-Víctor Coyote - Yo diría que en los últimos lustros no ha tocado ninguna vez en Cantabria, ¿no? Pues me parecería un delito. Tenía perdidísima su carrera, y la verdad es que el último disco ("Las Comarcales", 2020) está muy chulo. Lo toca acompañado del batería mítico que iba con Mastretta y un contrabajista que si no toca en esa banda bien que lo merecería, porque es un maquinón. Todo suena espectacular, clásico y raro, rockero y latino al mismo tiempo. Y ya cuando toca Esta noche me voy a bailar o Cien guitarras a uno se le pone la carne de gallina. Vaya un puto grande, y qué poco se le valora.
- Za! & La Transmegacobla - Los Za! de toda la vida, acompañados por un dúo de cantantes rollo las cosas griegas que ponía Ramon Trecet (que resultaron ser mis adoradas Tarta Relena) y de cuatro especies de trompetistas que hacían algo como sardanas espaciales. Cada uno iba disfrazado de una movida, improvisaban mucho, se inventaban coreografías sobre la marcha y ponían al público a hacer ruidos para acompañarlos. Vergüenza me da admitir que nunca antes les habia visto en directo. Maravillosos.
-Califato 3/4 - Hasta hace muy poco les tenía bastante manía, supongo que porque no tená paciencia para escucharlos con atención y no entendía nada de su propuesta (ni del idioma en el que cantan). Con el último disco yales he pegado mejores escuchas y me han ganado mucho, y vistos en directo doy fe de que son un cañonazo y que están hechos para comerse escenarios bien grandes. Todo está pensado a lo grande, con cuatro vocalistas distintos, músicos que salen y entran del escenario y se cambian de instrumento según lo que pida cada canción, cambios de ritmo locos todo el rato, partes delicadas y bombazos raveros... El único pero que les pongo es que eché en falta un poco más de rotundidad en el sonido: no sé si fue cosa de los técnicos de la sala o es decisión del grupo sonar así, pero me faltó que los bombos hicieran temblar las paredes y que los subgraves se sintieran bien dentro del pecho. Pero bueno, están hechos para cerrar a lo bestia todos los festivales grandes que se monten en cuanto se pueda bailar a lo loco y sin distancias. Adiós, Crystal Fighters, creo que os acaban de echar del trono.
-Víctor Coyote - Yo diría que en los últimos lustros no ha tocado ninguna vez en Cantabria, ¿no? Pues me parecería un delito. Tenía perdidísima su carrera, y la verdad es que el último disco ("Las Comarcales", 2020) está muy chulo. Lo toca acompañado del batería mítico que iba con Mastretta y un contrabajista que si no toca en esa banda bien que lo merecería, porque es un maquinón. Todo suena espectacular, clásico y raro, rockero y latino al mismo tiempo. Y ya cuando toca Esta noche me voy a bailar o Cien guitarras a uno se le pone la carne de gallina. Vaya un puto grande, y qué poco se le valora.
Abajo el trabajo