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Cita:No es la Grúa de Piedra
14.09.11 - 00:02 -
LUIS PEDRAZ DERQUI | ARQUITECTO
No. aunque así se quiera entender, la Grúa de Piedra no es la razón que motiva el desacuerdo de muchos contra el emplazamiento elegido para el futuro Centro Cultural que impulsa el Banco de Santander.
Ni tampoco ese desacuerdo debe de entenderse desde posturas reaccionarias y conservadoras en lucha contra el progreso de la ciudad, tal y como reiteradamente se ha manifestado en diversos artículos de prensa recientemente
El verdadero argumento en contra es la ausencia total de argumentos a favor, encontrándonos con un emplazamiento elegido de antemano, sin que hasta el momento se conozcan los motivos que justifiquen o simplemente expliquen tal decisión. Muchas voces han salido a defender lo que nadie pone en duda, porque nadie duda de la oportunidad que para la ciudad supone una oferta cultural como la que ahora se ofrece, y mucho menos se cuestiona la calidad de los profesionales a los cuales se ha encomendado la redacción del proyecto y su posterior gestión. Pero precisamente por ello, por la importancia de la propuesta y por su potencial intrínseco, es por lo que cobra mayor dimensión la importancia del emplazamiento y la inconveniencia del elegido, incluso dejando a un lado, si ello fuera posible, las consideraciones sobre el impacto visual y ambiental del edificio.
Se ha resaltado muchas veces el necesario esfuerzo que debe de hacerse para que, en el desarrollo de un proyecto, el edificio que resulte se integre en el sitio con respeto y sin estridencias; el lugar, su entorno, sus características condicionan y determinan al proyecto.
Pero esta relación entre el sitio y la obra que lo ocupa, también se produce en sentido inverso a partir del momento en el que el edificio, una vez construido, ejerza una influencia, positiva o negativa, en el desarrollo posterior del entorno en el que se ha ubicado.
He leído en varios artículos y declaraciones citar al Plateau Beaubourg conocido también como Centro Pompidou de París, obra de Piano y Rogers, y al Museo Guggenheim de Bilbao, como ejemplos a imitar por tratarse de obras ambiciosas y símbolos del progreso de una ciudad. Pero estos edificios, ambos resultado de sendos concursos internacionales, tienen una virtud añadida que debe de ser resaltada; los emplazamientos elegidos en ambos casos, el barrio parisino de 'Les Halles' y restos de antiguas zonas industriales en la ría de Bilbao, se trataban de zonas deprimidas, social y económicamente, y en ambos casos el influjo del edificio una vez construido supuso el renacimiento de toda la zona limítrofe, revitalizándola y siendo el punto de partida de sucesivas actuaciones que las han transformado de manera radical.
En los dos ejemplos citados, el edificio construido, con un carácter eminentemente cultural, ha cumplido una doble misión: convertirse en foco de atracción cultural a partir de su contenido y expandir sus efectos hacia su exterior contribuyendo a la transformación de toda su área de influencia.
Este debería ser el debate y no otro. Pensar en cómo aprovechar de la mejor manera las sinergias inherentes a los nuevos usos culturales del edificio para que su actividad se extienda más allá de sus fachadas físicas y proponga una nueva utilización de los espacios adyacentes, una nueva dimensión de toda la zona, que reafirme su carácter propio. Sería entonces cuando realmente se podría hablar de una verdadera actitud de progreso, eligiendo una zona deprimida de la ciudad para potenciarla y revitalizarla, en lugar de buscar un mero escenario para la admiración de la obra sin importar para nada los efectos de ésta sobre su entorno.
Copiemos pues el ejemplo, seamos realmente progresistas y emplacemos el nuevo Centro Cultural en la zona de Varadero, de manera que, junto con la nueva Biblioteca, suponga el impulso definitivo para el despegue del barrio de Castilla-Hermida. Reemplacemos el Centro Comercial previsto por el nuevo Centro Cultural, y dejemos que su influjo se extienda, que su poder de atracción promueva nuevas actuaciones, que su sello impregne la zona, y se convierta en la puerta de la ciudad.
El Movimiento Moderno propugnaba la transformación de la sociedad a través de su arquitectura, y si bien hoy ya sabemos que aquel fue un sueño imposible, no por ello debemos desperdiciar la oportunidad de aprovechar hasta el máximo esta ocasión que se ofrece a la ciudad y exprimir al máximo las potencialidades del nuevo edificio para que, en lugar de ser un simple icono visual, actúe como un verdadero elemento transformador.
Una oportunidad como esta no debe de ser desperdiciada.
http://www.eldiariomontanes.es/v/2011091...10914.html
Abajo el trabajo