27-05-08, 23:37
Cita:http://www.publico.es/113953/temor/malasana/eche/cierre
Todas las noches, El Pentagrama, El Penta, uno de los bares míticos de Malasaña (Madrid), despide a sus clientes con la canción La chica de ayer, de Nacha Pop. Hubo una época en que sonaba a las seis, a las siete, incluso a las ocho de la mañana, como recuerda uno de los responsables del local, Juan Manuel Alonso. Pero de eso ya hace mucho. Ahora, El Penta cierra puntual a las 3.30. A esa hora no puede quedar nadie en el local. Si no, vendrán las multas.
En la pelea que mantiene el Ayuntamiento de Madrid (PP) con los empresarios, éstos últimos ganaron el otoño pasado una batalla en los tribunales. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) anuló un artículo de la ordenanza municipal de 2004 que obligaba a los bares que cierran a partir de las tres de la mañana a quitar la música media hora antes del cierre. Así, a la hora exacta, el bar estaría desalojado. Pero el TSJM permite ahora que los bares queden totalmente vacíos a las 3.30.
El día a día
Eso, en el terreno legal. En el día a día, el acoso, dicen los responsables de los bares, es continuo. La mayoría de los empresarios nocturnos de la zona coinciden en sus quejas. Y el cambio de horario del local Nasti, que, de cerrar a las 5.30 y tener música en directo, ha pasado a cerrar a las 3.30, ha hecho pensar a muchos en eso de "cuando las barbas de tu vecino veas pelar...".
Eva del Amo regenta el TupperWare, garito de encuentro en Malasaña de la gente más indie y más joven. Hace diez años ha pedido al Ayuntamiento la adaptación de la licencia del local, y aún sigue esperando. "Hay demasiada policía patrullando por las noches. Una cosa es que haya que mantener el orden, y otra que los clientes salgan espantados. Muchos extranjeros se piensan que es por el terrorismo", ejemplifica Eva dentro de su local.
Ella se queja de que muchas veces los policías ya están rondando su local a las 3.15. "Ese cuarto de hora es fundamental en el negocio, porque mucha gente se pide una última copa", ejemplifica. "Hay veces en que te sientes como una delincuente", continúa.
La última media hora
Juan Manuel Alonso, de El Penta, coincide con la responsable del TupperWare en que en la última media hora, si te obligan a cerrar antes, se pierde mucho negocio. "Estamos muy puteados", agrega Julio Llorente, socio del Angie, otro bar que cierra a las 2.30 porque tan sólo cuenta con licencia de café-bar. Llorente lleva años reclamando que le amplíen la licencia a la de bar especial y poder entonces abrir hasta las 3.30. Pero no hay manera.
"El problema del ruido en Malasaña no viene de los bares, si no de la mala educación de la gente. Al cerrar el local, muchos salen y se ponen a aporrear los cubos de basura, y eso es culpa del Ayuntamiento que durante años ha permitido el botellón en la calle y el salvajismo", critica Llorente.
Este empresario habla con su nombre y sus apellidos. Hay otros que prefieren quedar en el anonimato, por miedo a represalias. Es el caso del dueño de uno de los pocos bares que ya quedan en la zona con licencia de apertura hasta las 5.30. "El acoso es insoportable. Tengo más de 20 actas levantadas por la policía por aforo", concluye a medianoche.
Abajo el trabajo