07-06-06, 09:16
Hoy en El Alerta:
http://www.eldiarioalerta.com/periodico/...dfs/54.pdf
Black power, White power
Un año después de la inauguración de la sala Tropicana de Santoña, Iraultza Producciones querían celebrarlo con una gran campanada. Para tan magno acontecimiento trajeron a los americanos The Bellrays. El grupo californiano ponía la vela en lo más alto y al calor de unos cientos de aficionados (desde su estreno, nunca había habido tanta gente), daban un explosivo directo y convertían ese espacio en una gran celebración.
Ojalá que nos dure mucho porque ha sido un año de la mejor música, de recitales que se viven sin barreras entre artistas y público, que sirven para paladear el sabor en esencia de los diferentes géneros. En definitiva, un sitio para ver y disfrutar a las bandas que no llenan estadios, pero que encuentran en lugares así el mejor escenario para proyectar su trabajo.
El motivo por el cual el pasado jueves 1 de junio había tanta gente y en anteriores tocatas no, sigue siendo un misterio. El concierto fue tremendo, la banda es muy buena, se había hecho la publicidad adecuada, pero no es la primera ni la segunda vez que esto sucede … entonces, ¿dónde se mete la gente habitualmente?, ¿hay que esperar a que pase otro año para volver a ser tantos?. Yo desconocía que este grupo tuviese tantos seguidores, quizás no los tenga y todo sea la fama de la que vienen precedidos, o la intuición de poder ver un gran concierto, o simplemente poder escuchar a Lisa Kekaula. ¡Vaya portento!.
Calidad y calidez. Voz negra como ella sola. Little Richards o Tina Turner son algunos de los cantantes que vienen a la cabeza al escuchar a la chica del pelo afro (parecía un nanas gigante encima de su cabeza).
En general, todo el sonido de los Bellrays está muy ligado con la música soul. Eso sí, soul revolucionado y mezclado con el mejor rock, punk, incluso en algunas canciones se aprecian de manera somera, reminiscencias orientales.
L. K. no hace grandes aspavientos, ni bailes, no da saltos ni se agita. Su puesta en escena es sobria, comedida, puede que incluso distante... pero esa aparente frialdad, se va al limbo cuando abre la boca. Ella canta y el mundo se paraliza, no hay manera de abstraerse a ese encanto. Ya desde la primera canción, fue escuchar esa voz y notar la luz del sol iluminando toda la sala. Recibir esa energía de manera frontal y sentirse bien, fue todo uno.
La sensación era muy placentera … todo un privilegio ser audiencia de esa fuerza sobrenatural. En esta ocasión hubo que currarse muy bien el sitio, muchas veces había que adivinar en que menesteres andaba Lisa. Cuando no cantaba pasaba gran tiempo de rodillas, desaparecida de nuestro campo de visión. Era entonces cuando apreciábamos las evoluciones del saltarín Bob Vennin al bajo, Tony Fate como único guitarra (de sobra) al mando de la Gibson SG y Craig Water maltratando la batería de una manera espectacular. El recital que soltó fue totalmente arrebatador, destructivo, delirante, estaba tan exaltado que ni siquiera podía parar sentado. En esa ensalada de redobles y baquetazos a babor y a estribor, un resorte lo levantaba para no dejar de golpear, ni siquiera de pie. ¡Vaya zopenco!.
El ambiente seguía calentándose conforme avanzaba el espectáculo, la gente tuvo que tomar además de la zona central, los dos laterales de la sala. Era imposible sacar una foto en condiciones rodeado de tantas cabezas. Menos mal que entre tanta gente también había algún amigo, uno de ellos especialmente hábil en el arte de la fotografía, como se puede comprobar en la imagen que ilustra la crónica.
De mientras, la banda seguía batiendo música blanca y negra, trasladando Detroit a Santoña, poniendo la locomotora a mil, una máquina en la que viajaban los MC5 (no en vano L.K. cantó con ellos en la gira de la reunión de DKT/MC5) y los Stooges en el mismo vagón que James Brown, Aretha Franklin o Etta James. Un cocktail incendiario que no da lugar apenas para el respiro. En la hora y media que duró la actuación, presentaron prácticamente la totalidad de su último disco Have a little faith en canciones como Tell the lie, Time is gone o Snotgun y revisaron temas anteriores como Revolution get down, Sister disaster, etc.
La calidad del sonido fue inmejorable. Creo que la sala no puede sonar mejor ese sitio, perfecto, alto, compacto, homogéneo, de sobresaliente. Solo cabe esperar que la sala, y los Bellrays cumplan muchos más. Y que la gente lo siga viendo.
Santiago V.M.
http://www.eldiarioalerta.com/periodico/...dfs/54.pdf
Black power, White power
Un año después de la inauguración de la sala Tropicana de Santoña, Iraultza Producciones querían celebrarlo con una gran campanada. Para tan magno acontecimiento trajeron a los americanos The Bellrays. El grupo californiano ponía la vela en lo más alto y al calor de unos cientos de aficionados (desde su estreno, nunca había habido tanta gente), daban un explosivo directo y convertían ese espacio en una gran celebración.
Ojalá que nos dure mucho porque ha sido un año de la mejor música, de recitales que se viven sin barreras entre artistas y público, que sirven para paladear el sabor en esencia de los diferentes géneros. En definitiva, un sitio para ver y disfrutar a las bandas que no llenan estadios, pero que encuentran en lugares así el mejor escenario para proyectar su trabajo.
El motivo por el cual el pasado jueves 1 de junio había tanta gente y en anteriores tocatas no, sigue siendo un misterio. El concierto fue tremendo, la banda es muy buena, se había hecho la publicidad adecuada, pero no es la primera ni la segunda vez que esto sucede … entonces, ¿dónde se mete la gente habitualmente?, ¿hay que esperar a que pase otro año para volver a ser tantos?. Yo desconocía que este grupo tuviese tantos seguidores, quizás no los tenga y todo sea la fama de la que vienen precedidos, o la intuición de poder ver un gran concierto, o simplemente poder escuchar a Lisa Kekaula. ¡Vaya portento!.
Calidad y calidez. Voz negra como ella sola. Little Richards o Tina Turner son algunos de los cantantes que vienen a la cabeza al escuchar a la chica del pelo afro (parecía un nanas gigante encima de su cabeza).
En general, todo el sonido de los Bellrays está muy ligado con la música soul. Eso sí, soul revolucionado y mezclado con el mejor rock, punk, incluso en algunas canciones se aprecian de manera somera, reminiscencias orientales.
L. K. no hace grandes aspavientos, ni bailes, no da saltos ni se agita. Su puesta en escena es sobria, comedida, puede que incluso distante... pero esa aparente frialdad, se va al limbo cuando abre la boca. Ella canta y el mundo se paraliza, no hay manera de abstraerse a ese encanto. Ya desde la primera canción, fue escuchar esa voz y notar la luz del sol iluminando toda la sala. Recibir esa energía de manera frontal y sentirse bien, fue todo uno.
La sensación era muy placentera … todo un privilegio ser audiencia de esa fuerza sobrenatural. En esta ocasión hubo que currarse muy bien el sitio, muchas veces había que adivinar en que menesteres andaba Lisa. Cuando no cantaba pasaba gran tiempo de rodillas, desaparecida de nuestro campo de visión. Era entonces cuando apreciábamos las evoluciones del saltarín Bob Vennin al bajo, Tony Fate como único guitarra (de sobra) al mando de la Gibson SG y Craig Water maltratando la batería de una manera espectacular. El recital que soltó fue totalmente arrebatador, destructivo, delirante, estaba tan exaltado que ni siquiera podía parar sentado. En esa ensalada de redobles y baquetazos a babor y a estribor, un resorte lo levantaba para no dejar de golpear, ni siquiera de pie. ¡Vaya zopenco!.
El ambiente seguía calentándose conforme avanzaba el espectáculo, la gente tuvo que tomar además de la zona central, los dos laterales de la sala. Era imposible sacar una foto en condiciones rodeado de tantas cabezas. Menos mal que entre tanta gente también había algún amigo, uno de ellos especialmente hábil en el arte de la fotografía, como se puede comprobar en la imagen que ilustra la crónica.
De mientras, la banda seguía batiendo música blanca y negra, trasladando Detroit a Santoña, poniendo la locomotora a mil, una máquina en la que viajaban los MC5 (no en vano L.K. cantó con ellos en la gira de la reunión de DKT/MC5) y los Stooges en el mismo vagón que James Brown, Aretha Franklin o Etta James. Un cocktail incendiario que no da lugar apenas para el respiro. En la hora y media que duró la actuación, presentaron prácticamente la totalidad de su último disco Have a little faith en canciones como Tell the lie, Time is gone o Snotgun y revisaron temas anteriores como Revolution get down, Sister disaster, etc.
La calidad del sonido fue inmejorable. Creo que la sala no puede sonar mejor ese sitio, perfecto, alto, compacto, homogéneo, de sobresaliente. Solo cabe esperar que la sala, y los Bellrays cumplan muchos más. Y que la gente lo siga viendo.
Santiago V.M.
"Stoner pincha mejor bajo presión" (Patrullero)