04-05-06, 09:26
Esto es lo que me pareció:
Suspense
A veces pasa que menos es más. El jueves 27 de abril tocaba en Santoña todo un ex miembro de los Bad Seeds, banda de Nick Cave. Hugo Race ha pasado a ser el personaje principal de su propia música y tiene también su banda, The True Spirits.
Iraultza Producciones sigue contratando a los artistas más allá de las modas o de las ventas, y la gente sigue sin responder del todo. La sala Tropicana se convirtió en un espacio íntimo, familiar, parecía que estábamos viendo los conciertos de Radio 3. Eso sí, el público era de verdad, no de atrezzo.
Hugo Race dominaba el centro del escenario con su alargada figura, tan larga como la sombra de Nick Cave, Mark Lanegan o Jim Morrison, tres de los personajes que flotaban en el aire cuando la música fluía.
Música viscosa, envolvente, crepuscular. El fondo sonoro perfecto para los clubs donde los perdedores apuran la penúltima copa y dilatan de modo interminable su regreso a casa.
Voces salidas de las cavernas, los coros de la depresión, sonidos mortecinos de trompetas y trombones, músicos reinventando el blues, tiempos medios contenidos a más no poder. Canciones que se posan como una neblina misteriosa. En el recorrido de las mismas, el espectador es como el protagonista de las películas de suspense. Camina por un callejón estrecho, el tiempo parece detenerse por minutos. La niebla se va esfumando poco a poco a la par que se despeja la incertidumbre de lo desconocido. Todo se acaba cuando comprobamos que el malo no está al final del camino. Ahora bien, la tensión ha sido irrespirable, y eso no nos lo quita nadie. Además, tampoco sabemos si detrás del siguiente tema se encuentra el asesino.
De esta manera, el concierto no decae en ningún momento y los sentidos permanecen en constante alerta.
Al final, la sangre no llega al río. En un ejercicio de elegancia la música logra llevarnos al borde del precipicio pero no nos deja caer, nos mantiene en esa angustia vital del que está cercano al abismo, pero no va más allá.
No se precipita ni se desborda. Puede que Hugo pueda sacar más jugo todavía a sus canciones, pero te deja con ganas de más y seguramente sea el punto exacto donde nos quiere colocar el artista.
La sencillez de las luces acompañaba perfectamente la hipnótica velada.
El sonido fue notable. Muy limpio, cada instrumento tenía su espacio, el volumen era el adecuado … etc, todo perfectamente diseñado para poder disfrutar de una velada casi en exclusiva de música circular, que recoge la herencia más clásica para seguir investigando y experimentando. Una manera de adelantarse al futuro sin olvidarse del pasado.
El sonido de los aplausos con el que la gente pidió los bises, tenía el timbre de la satisfacción total, del sincero agradecimiento, y es que, a pesar de no haber más público que medio centenar de personas, los músicos tocaron con una sobriedad y profesionalidad absoluta, no dando por acabada su actuación hasta pasada más de la hora y media de su comienzo.
Santiago V. M.
Suspense
A veces pasa que menos es más. El jueves 27 de abril tocaba en Santoña todo un ex miembro de los Bad Seeds, banda de Nick Cave. Hugo Race ha pasado a ser el personaje principal de su propia música y tiene también su banda, The True Spirits.
Iraultza Producciones sigue contratando a los artistas más allá de las modas o de las ventas, y la gente sigue sin responder del todo. La sala Tropicana se convirtió en un espacio íntimo, familiar, parecía que estábamos viendo los conciertos de Radio 3. Eso sí, el público era de verdad, no de atrezzo.
Hugo Race dominaba el centro del escenario con su alargada figura, tan larga como la sombra de Nick Cave, Mark Lanegan o Jim Morrison, tres de los personajes que flotaban en el aire cuando la música fluía.
Música viscosa, envolvente, crepuscular. El fondo sonoro perfecto para los clubs donde los perdedores apuran la penúltima copa y dilatan de modo interminable su regreso a casa.
Voces salidas de las cavernas, los coros de la depresión, sonidos mortecinos de trompetas y trombones, músicos reinventando el blues, tiempos medios contenidos a más no poder. Canciones que se posan como una neblina misteriosa. En el recorrido de las mismas, el espectador es como el protagonista de las películas de suspense. Camina por un callejón estrecho, el tiempo parece detenerse por minutos. La niebla se va esfumando poco a poco a la par que se despeja la incertidumbre de lo desconocido. Todo se acaba cuando comprobamos que el malo no está al final del camino. Ahora bien, la tensión ha sido irrespirable, y eso no nos lo quita nadie. Además, tampoco sabemos si detrás del siguiente tema se encuentra el asesino.
De esta manera, el concierto no decae en ningún momento y los sentidos permanecen en constante alerta.
Al final, la sangre no llega al río. En un ejercicio de elegancia la música logra llevarnos al borde del precipicio pero no nos deja caer, nos mantiene en esa angustia vital del que está cercano al abismo, pero no va más allá.
No se precipita ni se desborda. Puede que Hugo pueda sacar más jugo todavía a sus canciones, pero te deja con ganas de más y seguramente sea el punto exacto donde nos quiere colocar el artista.
La sencillez de las luces acompañaba perfectamente la hipnótica velada.
El sonido fue notable. Muy limpio, cada instrumento tenía su espacio, el volumen era el adecuado … etc, todo perfectamente diseñado para poder disfrutar de una velada casi en exclusiva de música circular, que recoge la herencia más clásica para seguir investigando y experimentando. Una manera de adelantarse al futuro sin olvidarse del pasado.
El sonido de los aplausos con el que la gente pidió los bises, tenía el timbre de la satisfacción total, del sincero agradecimiento, y es que, a pesar de no haber más público que medio centenar de personas, los músicos tocaron con una sobriedad y profesionalidad absoluta, no dando por acabada su actuación hasta pasada más de la hora y media de su comienzo.
Santiago V. M.
"Stoner pincha mejor bajo presión" (Patrullero)