03-06-19, 17:36
Viernes
Antes de entrar al recinto ya decidí hacer algunos cambios de estrategia respecto a lo que hice el día anterior. Por un lado, pensé que tocaba salir a ver mundo: el viernes me atrincheré en la zona baja de los escenarios Adidas, Pitchfork y Rayban, y ya era el momento de comprobar qué se estaba cociendo en el resto del festival. Por otro, preferí que era mejor no volverme loco intentando ver muchas cosas, y ver enteros los conciertos que me estuvieran molando. Entre una decisión y otra sale que a pesar de estar ahí más horas terminé viendo el mismo número de grupos que el jueves, pero eso significa que pillé conciertos que me gustaron mucho más (la primera jornada se me quedó un poco a medio gas) así que entiendo que aproveché mejor el tiempo en todos los sentidos.
• Julia Holter. En algún momento había que estrenar el Auditori, y creo que acerté de pleno con el concierto que escogí para hacerlo. Qué monumento a la sutileza y a la perfección, y qué cosa tan emocionante. Yo creo que mojé el ojo en todas y cada una de las canciones del repertorio. Supongo que si no ha salido destacado en todas las reseñas será porque el recinto no estaba a reventar (coincidía con cosas como Sons of Kemet o Beak>, que también eran apuestas muy serias), pero para mí es uno de los grandes recuerdos que me voy a llevar de estos días.
• Janelle Monàe. Pues ya puestos a ver mundo, emprendí mi camino hacia Mordor. Yo creo que a la primera ya cogí el truco para disfrutar los conciertos en esa zona: llegar a coger sitio 15-20 minutos antes como mínimo y meterse al corralito de delante en algún punto en que se pueda ver todo lo que sucede en el escenario sin tener que mirar a las pantallas de los laterales. Eso, y olvidarse de beber y de ir al baño durante toda la actuación, pues el sitio que se pierde es casi imposible de recuperar. Puede parecer mucho sacrificio, pero con Janelle mereció la pena muchísimo. Espectáculo superlativo. Voz, repertorio, coreografías, visuales. Discursos de empoderamiento como mujer, como negra, como lesbiana, como sufridora de Donald Trump. Su misma presencia, como un cuerpo capaz de convertirse en una máquina de baile, en la Reina del Planeta Negro del siglo treintaypico, en un sexo andante… Es que ha sido un espectáculo superlativo, tanto si observas el conjunto como si coges cualquiera de los elementos por separado. Las comparaciones son odiosas… pero pienso que esta mujer ya tiene más que ganado su sitio en el panteón de los grandes de la historia del pop negro.
• Suede. Hit tras hit, ¿Para qué queréis más? Brett Anderson tiene 52 años, pero te canta So Young y te crees que le van a pedir el dni en el super cuando va a comprar litros. Después de lo de Janelle el riesgo de bajona era muy alto, pero a mí me pones a corear un Animal Nitrate y se me pasan todos los males.
• Low. Qué cosas tiene el Primavera. En cualquier otra circunstancia, lo que hizo Low el viernes quedaría clavado en el nº 1 de todas las listas de los mejores directos de 2019. Pero lo ves ahí, y se te queda simplemente en “otro más de los momentos históricos de la jornada”. Mucho material del último disco, nada de miticadas de épocas anteriores. El grupo tocando en la penumbra, a contraluz, con Mimi sentada a la batería, que yo diría que siempre la he visto de pie. Y, nada, un control del sonido, del volumen, del ruido, del silencio, de la intensidad, de las emociones, que no tiene ningún otro grupo al que yo haya visto en directo. Solo con ver a las miles de personas que guardaron un silencio absoluto durante toda la actuación ya resultaba impresionante. Pero es que lo que hacen es como un bofetón con el que te quitan la borrachera y te dejan hipnotizado durante todo el tiempo que les dé la gana. Imperiosos.
• Kate Tempest. Empecemos por lo malo: me resultó demasiado denso para la hora que era. Supongo que después de Low necesitaba alguna cosa más alegre para aligerar la presión y bajar al suelo del fiestote en el que estaba inmerso. Y a la 1 de la madrugada yo ya no tenía la capacidad de atención como para seguir el hilo de las parrafadas de esta mujer. Aún así, las bases ya bastaban para pegarse unos buenos bailazos, y la presencia escénica de Kate es acojonante. Ella sola en un escenario en penumbra, con su sombra proyectada sobre el fondo, escupiendo letras sin parar hasta quedarse sin aliento… bueno, espero poder cogerla en alguna otra ocasión porque verla en un concierto a ella sola promete ser una cosa muy jarta.
• Lisabö. Si lo de Kate Tempest era mucha densidad, ya no os cuento lo de Lisabö. De todos modos, después de verles en sala hace un mes me quedé con la sensación de que tocando al aire libre y en medio de todo aquel desmadre no estaban consiguiendo concentrar la presión como ellos saben hacer. Después de media hora me marché de allí en busca de nuevas emociones.
• Jungle. No les tenía nada fichados, y flipé un poco con que hubiese tanta gente pendiente de ellos. Baile divertido, sin más.
• Robyn. Mordor es tan gigantesco que desde mitad de la campa casi no había manera de enterarse de lo que estaba pasando. Vamos, estuve allí mirando un poco el percal, pero casi que como si no. Si lo comento es para poner un poco el punto de comparación respecto a los otros conciertos que vi desde el corralito de los escenarios de Mordor, que me resultaron impresionantes. Vamos, que mucha gente de cuyo criterio confío me han hablado que, visto de cerca, lo de Robyn fue maravilloso. En fin: que para ver las cosas a medias, mejor ni molestarse en dar el paseo hasta allá.
• Kokoshca. A partir de cierta hora la programación del festi se va volviendo un desmadre creciente, pero se echa mucho en falta algo para los que quieren continuar escuchando temazos. Supongo que por eso el pequeño escenario de Heineken se convirtió en una bombonera, y no quiero ni hacerme a la idea de cuánta gente ni siquiera consiguió entrar al así titulado ”homenaje a las Grecas”, que al final fue una juerga padre con la rumba flamenca como excusa. Kokoshca empezaron con “Mi consentido” de su repertorio propio, y después ya fueron cayendo miticadas de Las Grecas, Los Chichos, Los Chunguitos, Bambino... y mientras tanto por el escenario fueron desfilando palmeros de excepción como Jota Planetas, Adri Pantera, el de 107 faunos... ¿Os acordáis de los tiempos en los que yo cerraba las pinchadas locas en el Metropole con alguna barbaridad de Los Amaya o de Los Calis? Pues esto es parecido, y me pareció un broche inmejorable para una jornada de conciertos para enmarcar.
Antes de entrar al recinto ya decidí hacer algunos cambios de estrategia respecto a lo que hice el día anterior. Por un lado, pensé que tocaba salir a ver mundo: el viernes me atrincheré en la zona baja de los escenarios Adidas, Pitchfork y Rayban, y ya era el momento de comprobar qué se estaba cociendo en el resto del festival. Por otro, preferí que era mejor no volverme loco intentando ver muchas cosas, y ver enteros los conciertos que me estuvieran molando. Entre una decisión y otra sale que a pesar de estar ahí más horas terminé viendo el mismo número de grupos que el jueves, pero eso significa que pillé conciertos que me gustaron mucho más (la primera jornada se me quedó un poco a medio gas) así que entiendo que aproveché mejor el tiempo en todos los sentidos.
• Julia Holter. En algún momento había que estrenar el Auditori, y creo que acerté de pleno con el concierto que escogí para hacerlo. Qué monumento a la sutileza y a la perfección, y qué cosa tan emocionante. Yo creo que mojé el ojo en todas y cada una de las canciones del repertorio. Supongo que si no ha salido destacado en todas las reseñas será porque el recinto no estaba a reventar (coincidía con cosas como Sons of Kemet o Beak>, que también eran apuestas muy serias), pero para mí es uno de los grandes recuerdos que me voy a llevar de estos días.
• Janelle Monàe. Pues ya puestos a ver mundo, emprendí mi camino hacia Mordor. Yo creo que a la primera ya cogí el truco para disfrutar los conciertos en esa zona: llegar a coger sitio 15-20 minutos antes como mínimo y meterse al corralito de delante en algún punto en que se pueda ver todo lo que sucede en el escenario sin tener que mirar a las pantallas de los laterales. Eso, y olvidarse de beber y de ir al baño durante toda la actuación, pues el sitio que se pierde es casi imposible de recuperar. Puede parecer mucho sacrificio, pero con Janelle mereció la pena muchísimo. Espectáculo superlativo. Voz, repertorio, coreografías, visuales. Discursos de empoderamiento como mujer, como negra, como lesbiana, como sufridora de Donald Trump. Su misma presencia, como un cuerpo capaz de convertirse en una máquina de baile, en la Reina del Planeta Negro del siglo treintaypico, en un sexo andante… Es que ha sido un espectáculo superlativo, tanto si observas el conjunto como si coges cualquiera de los elementos por separado. Las comparaciones son odiosas… pero pienso que esta mujer ya tiene más que ganado su sitio en el panteón de los grandes de la historia del pop negro.
• Suede. Hit tras hit, ¿Para qué queréis más? Brett Anderson tiene 52 años, pero te canta So Young y te crees que le van a pedir el dni en el super cuando va a comprar litros. Después de lo de Janelle el riesgo de bajona era muy alto, pero a mí me pones a corear un Animal Nitrate y se me pasan todos los males.
• Low. Qué cosas tiene el Primavera. En cualquier otra circunstancia, lo que hizo Low el viernes quedaría clavado en el nº 1 de todas las listas de los mejores directos de 2019. Pero lo ves ahí, y se te queda simplemente en “otro más de los momentos históricos de la jornada”. Mucho material del último disco, nada de miticadas de épocas anteriores. El grupo tocando en la penumbra, a contraluz, con Mimi sentada a la batería, que yo diría que siempre la he visto de pie. Y, nada, un control del sonido, del volumen, del ruido, del silencio, de la intensidad, de las emociones, que no tiene ningún otro grupo al que yo haya visto en directo. Solo con ver a las miles de personas que guardaron un silencio absoluto durante toda la actuación ya resultaba impresionante. Pero es que lo que hacen es como un bofetón con el que te quitan la borrachera y te dejan hipnotizado durante todo el tiempo que les dé la gana. Imperiosos.
• Kate Tempest. Empecemos por lo malo: me resultó demasiado denso para la hora que era. Supongo que después de Low necesitaba alguna cosa más alegre para aligerar la presión y bajar al suelo del fiestote en el que estaba inmerso. Y a la 1 de la madrugada yo ya no tenía la capacidad de atención como para seguir el hilo de las parrafadas de esta mujer. Aún así, las bases ya bastaban para pegarse unos buenos bailazos, y la presencia escénica de Kate es acojonante. Ella sola en un escenario en penumbra, con su sombra proyectada sobre el fondo, escupiendo letras sin parar hasta quedarse sin aliento… bueno, espero poder cogerla en alguna otra ocasión porque verla en un concierto a ella sola promete ser una cosa muy jarta.
• Lisabö. Si lo de Kate Tempest era mucha densidad, ya no os cuento lo de Lisabö. De todos modos, después de verles en sala hace un mes me quedé con la sensación de que tocando al aire libre y en medio de todo aquel desmadre no estaban consiguiendo concentrar la presión como ellos saben hacer. Después de media hora me marché de allí en busca de nuevas emociones.
• Jungle. No les tenía nada fichados, y flipé un poco con que hubiese tanta gente pendiente de ellos. Baile divertido, sin más.
• Robyn. Mordor es tan gigantesco que desde mitad de la campa casi no había manera de enterarse de lo que estaba pasando. Vamos, estuve allí mirando un poco el percal, pero casi que como si no. Si lo comento es para poner un poco el punto de comparación respecto a los otros conciertos que vi desde el corralito de los escenarios de Mordor, que me resultaron impresionantes. Vamos, que mucha gente de cuyo criterio confío me han hablado que, visto de cerca, lo de Robyn fue maravilloso. En fin: que para ver las cosas a medias, mejor ni molestarse en dar el paseo hasta allá.
• Kokoshca. A partir de cierta hora la programación del festi se va volviendo un desmadre creciente, pero se echa mucho en falta algo para los que quieren continuar escuchando temazos. Supongo que por eso el pequeño escenario de Heineken se convirtió en una bombonera, y no quiero ni hacerme a la idea de cuánta gente ni siquiera consiguió entrar al así titulado ”homenaje a las Grecas”, que al final fue una juerga padre con la rumba flamenca como excusa. Kokoshca empezaron con “Mi consentido” de su repertorio propio, y después ya fueron cayendo miticadas de Las Grecas, Los Chichos, Los Chunguitos, Bambino... y mientras tanto por el escenario fueron desfilando palmeros de excepción como Jota Planetas, Adri Pantera, el de 107 faunos... ¿Os acordáis de los tiempos en los que yo cerraba las pinchadas locas en el Metropole con alguna barbaridad de Los Amaya o de Los Calis? Pues esto es parecido, y me pareció un broche inmejorable para una jornada de conciertos para enmarcar.
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