20-06-12, 17:54
Sábado
Dick Brave & The Backbeats: El otro concierto mañanero traía a este grupo alemán de rockabilly que son muy entretenidos y con un repertorio de lo de “nos sabemos todas las canciones”, pero que no pasa de ahí; ahora, había que ver la plaza llena hasta arriba, aplaudiendo y pidiendo otra, otra, hasta que volvieron para hacer “Great balls of fire” de Jerry Lee Lewis, mientras se iban cambiando los instrumentos y cada músico pasó por todos, incluído el micrófono. Lo que se llama una fiesta.
North Mississippi Allstars Duo: Impresionantes siempre los hermanitos Dickinson. A la batería, tabla de lavar y otras percusiones, Cody, y a las diferentes guitarras, incluídas las “cigar” y las “bottle”, Luther. Apenas 40 minutos es una birria para lo que hacen porque, aparte de grandes instrumentistas, tienen canciones. No se olvidaron de “The meeting”.
Frank Turner & The Sleeping Souls: Tenía la leche de ganas de ver el punk-folk de esta gente y salió rana por culpa de un sonido en el escenario principal increíblemente bajo, así que nos fuimos mientras nos descojonábamos con las poses del bajista, que salió a tope desde el minuto uno y desentonaba con lo que estábamos viendo y oyendo.
Sallie Ford & The Sounds Outside: Así que aparecimos por el escenario tres, que con gran dolor habíamos desechado por culpa de los solapamientos. La anécdota es que Alfonso, el gerifalte de Last Tour, a la pregunta “recomienda un concierto”, recomendó dos, el de Frank y el de Sallie ¡¡¡¡y los programan a la misma hora!!!!. En fín, que nos encontramos no un grupo de r’n’r como esperábamos sino una actuación totalmente amateur de grupo universitario, y no sólo en lo que a música se refiere, también por la puesta en escena. Y no digo nada de las pintillas de la señorita Ford porque cada una viste como le sale de los ovarios.
M.Ward: Menos mal que en eso llegó Matthew para volver a poner las cosas en su sitio. Conciertazo por actitud, por sonido y por canciones, entre ellas muchas del “Post war”, “Poison cup”, “Requiem”, “Magic trick”, “To go home”, “Chinese translation” y la versión del “Rave on” de Buddy Holly (o de quien sea).
Lynyrd Skynyrd: Para enfilar la recta final del festival, definitivamente llegaron los que yo más esperaba de todo el cartel. Los que más. Y les dieron 70 putos minutos de mierda que ni siquiera llenaron. Por allí se comentó que ellos no lo sabían y se encontraron con que tuvieron que acortar el setlist. Me lo puedo creer, pero no lo sé. En cualquier caso, el Azkena me hizo cumplir otro sueño y pude disfrutar con “Workin’ for MCA”, “Sweet home Alabama”, el “Free bird” de más de 10 minutos con el que cerraron el show y, sobre todo, con “Simple man”. Emocionante es poco.
My Morning Jacket: Continuando en el mismo escenario principal, y después de cenar, se pudo disfrutar de country rock, de southern rock, de indie rock, incluso de psicodelia con esta cuadrilla maravillosa. Como dijo mi amigo al final del concierto “esto es lo que llama Stoner un buen viaje”. Cuatro temas cayeron del “Circuital”y remataron la faena con “Mahgeetah”. Perfectos.
Hank 3: Según sonó la última nota del escenario uno, empezó a sonar la primera del escenario dos, donde nos estaba esperando una decepción a medias. Sobre las tablas había una guitarra acústica, un violín, un contrabajo, una batería, un banjo y un pedal steel, así que ya sabes a priori que todo va a salir perfecto; punkabilly, country, bluegrass, los veinte o veinticinco primeros minutos fueron intensísimos y brillantes, hasta que, de repente se cambia todo a batería y dos guitarras y el concierto se transforma en esa otra faceta suya de doom metal extremo o como quiera que se llame. Aguantamos dos canciones por si hubiera sido no más una broma, pero no, aquello se había transformado, igual que los rostros de la peña que se estaba pirando de la carpa.
The Darkness: Es increíble que sólo tengan dos discos (creo) porque aquello parecía un “greatest hits” de cualquier banda. Espectacular la voz de Justin Hawkins, sobre la que tenía dudas en directo, sonó como un cañón, y hasta hizo lo de ponerse a hacer el pino junto al bombo y aplaudir con los pies. Todo un derroche. Por ponerle un pero, hubo algún parón entre canciones. Y, por supuesto sonaron “One way ticket” y “I believe in a thing called love”.
The Brian Jonestown Massacre: Coincidían en el tiempo con Triggerfinger, pero elegí a la masacre y fue un sí pero no. Rock y psicodelia que no acabó de engancharme del todo, no sé si por cansancio o porque esta gente no da más de sí, y eso que sobre el escenario había cuatro guitarras, bajo, teclados, batería y justo en el centro un individuo con gafas de sol, una pandereta y unas maracas. Me fui antes de que acabaran, pero me declaro fan absoluto de este tipo.
Dick Brave & The Backbeats: El otro concierto mañanero traía a este grupo alemán de rockabilly que son muy entretenidos y con un repertorio de lo de “nos sabemos todas las canciones”, pero que no pasa de ahí; ahora, había que ver la plaza llena hasta arriba, aplaudiendo y pidiendo otra, otra, hasta que volvieron para hacer “Great balls of fire” de Jerry Lee Lewis, mientras se iban cambiando los instrumentos y cada músico pasó por todos, incluído el micrófono. Lo que se llama una fiesta.
North Mississippi Allstars Duo: Impresionantes siempre los hermanitos Dickinson. A la batería, tabla de lavar y otras percusiones, Cody, y a las diferentes guitarras, incluídas las “cigar” y las “bottle”, Luther. Apenas 40 minutos es una birria para lo que hacen porque, aparte de grandes instrumentistas, tienen canciones. No se olvidaron de “The meeting”.
Frank Turner & The Sleeping Souls: Tenía la leche de ganas de ver el punk-folk de esta gente y salió rana por culpa de un sonido en el escenario principal increíblemente bajo, así que nos fuimos mientras nos descojonábamos con las poses del bajista, que salió a tope desde el minuto uno y desentonaba con lo que estábamos viendo y oyendo.
Sallie Ford & The Sounds Outside: Así que aparecimos por el escenario tres, que con gran dolor habíamos desechado por culpa de los solapamientos. La anécdota es que Alfonso, el gerifalte de Last Tour, a la pregunta “recomienda un concierto”, recomendó dos, el de Frank y el de Sallie ¡¡¡¡y los programan a la misma hora!!!!. En fín, que nos encontramos no un grupo de r’n’r como esperábamos sino una actuación totalmente amateur de grupo universitario, y no sólo en lo que a música se refiere, también por la puesta en escena. Y no digo nada de las pintillas de la señorita Ford porque cada una viste como le sale de los ovarios.
M.Ward: Menos mal que en eso llegó Matthew para volver a poner las cosas en su sitio. Conciertazo por actitud, por sonido y por canciones, entre ellas muchas del “Post war”, “Poison cup”, “Requiem”, “Magic trick”, “To go home”, “Chinese translation” y la versión del “Rave on” de Buddy Holly (o de quien sea).
Lynyrd Skynyrd: Para enfilar la recta final del festival, definitivamente llegaron los que yo más esperaba de todo el cartel. Los que más. Y les dieron 70 putos minutos de mierda que ni siquiera llenaron. Por allí se comentó que ellos no lo sabían y se encontraron con que tuvieron que acortar el setlist. Me lo puedo creer, pero no lo sé. En cualquier caso, el Azkena me hizo cumplir otro sueño y pude disfrutar con “Workin’ for MCA”, “Sweet home Alabama”, el “Free bird” de más de 10 minutos con el que cerraron el show y, sobre todo, con “Simple man”. Emocionante es poco.
My Morning Jacket: Continuando en el mismo escenario principal, y después de cenar, se pudo disfrutar de country rock, de southern rock, de indie rock, incluso de psicodelia con esta cuadrilla maravillosa. Como dijo mi amigo al final del concierto “esto es lo que llama Stoner un buen viaje”. Cuatro temas cayeron del “Circuital”y remataron la faena con “Mahgeetah”. Perfectos.
Hank 3: Según sonó la última nota del escenario uno, empezó a sonar la primera del escenario dos, donde nos estaba esperando una decepción a medias. Sobre las tablas había una guitarra acústica, un violín, un contrabajo, una batería, un banjo y un pedal steel, así que ya sabes a priori que todo va a salir perfecto; punkabilly, country, bluegrass, los veinte o veinticinco primeros minutos fueron intensísimos y brillantes, hasta que, de repente se cambia todo a batería y dos guitarras y el concierto se transforma en esa otra faceta suya de doom metal extremo o como quiera que se llame. Aguantamos dos canciones por si hubiera sido no más una broma, pero no, aquello se había transformado, igual que los rostros de la peña que se estaba pirando de la carpa.
The Darkness: Es increíble que sólo tengan dos discos (creo) porque aquello parecía un “greatest hits” de cualquier banda. Espectacular la voz de Justin Hawkins, sobre la que tenía dudas en directo, sonó como un cañón, y hasta hizo lo de ponerse a hacer el pino junto al bombo y aplaudir con los pies. Todo un derroche. Por ponerle un pero, hubo algún parón entre canciones. Y, por supuesto sonaron “One way ticket” y “I believe in a thing called love”.
The Brian Jonestown Massacre: Coincidían en el tiempo con Triggerfinger, pero elegí a la masacre y fue un sí pero no. Rock y psicodelia que no acabó de engancharme del todo, no sé si por cansancio o porque esta gente no da más de sí, y eso que sobre el escenario había cuatro guitarras, bajo, teclados, batería y justo en el centro un individuo con gafas de sol, una pandereta y unas maracas. Me fui antes de que acabaran, pero me declaro fan absoluto de este tipo.