20-06-12, 17:51
Viernes
Charles Bradley & His Extraordinaires: Concierto mañanero en la Plaza de la Virgen Blanca que debió estar bien, por lo que comentaron los conocidos que me encontré, pero a mí me pareció un poco James Brown de garrafón, aunque no pude prestarle mucha atención, que estuve cuidando al pequeño cabrón. Y así no hay forma.
Willis Drummond: Que si Fugazi, que si Pearl Jam, decía la publicidad, se me hicieron un tostón de cojones.
Lisabö: Pasa palabra, que empieza el tercer escenario y hay que coger sitio.
Pontus Snibb 3: Hard rock del bueno, y no hay más que hablar. Frente a un sol de justicia nos enseñaron a decir salud en sueco “skol” (o como se escriba). Otros que me gustaría volver a ver más pronto que tarde.
Gun: Como no tengo la costumbre de perder mucho el tiempo viendo “youtubes” no iba con la idea preconcebida de que el nuevo cantante es una mierda. Y efectivamente, casi todo Dios tuvo que comerse sus críticas, una detrás de otra. Sumas una gran predisposición por parte del grupo a los consabidos “Better days”, “Word up”, “Steel your fire”, un par del disco nuevo (desconocía que hubiera, la verdad) y ya tienes un buen concierto. La pena es que tuvieron bastante mal sonido. Mención aparte el “look” del cantante que parecía recién salido de la sección saldos del Bershka o sitio similar.
Rich Robinson Band: El pequeño de “los cuervos” con su elegancia, y su sosería habitual, nos deleitó con un precioso concierto, sólo apto para fans, y se marcó una “Oh! sweet nuthin’” de The Velvet Underground y una “Cinnamon girl” de Neil Young para no olvidar. Lo mismo también hizo una de The Black Crowes, pero no estoy seguro.
The Screaming Tribesmen: Más o menos punk-rock desde Australia, casi nada, para darlo todo en el tercer escenario.
Black Label Society: En la carpa sonaba un estruendo nada apetecible mientras fuera nos jamábamos una hamburguesa Mardi Gras (carne de vacuno, queso, salsa picante y le quitamos el pepinillo), en realidad es lo que comimos los tres días, que es un buen alimento y está cojonuda. Eso sí, a cinco pavos. No sé si se nota que ni se nos pasó por la cabeza entrar al infierno.
Gallows: Mientras nos preparábamos para volver a ver a Ozzy, nos acercamos a echar un ojo y los dos tímpanos al punk clasicorro de estos elementos de los que huímos a la carrera.
Ozzy Osbourne & Friends: O lo que es lo mismo, igualito que el año pasado pero mucho mejor. El viejo estuvo razonablemente bien, tampoco para tirar cohetes, aunque hizo la payasada de la manguera con agua (o es espuma, no estoy seguro) con los de las primeras filas. Para empezar, por aquello de la nostalgia, estaba Geezer Butler, pero también subió Zakk Wylde, que ha tocado muchos años en la banda de Ozzy y venía de romperlo todo con Black Label Society. Me gustó, como digo, mucho más que el año pasado, aunque sonó pelín demasiado “heavy” para mi gusto; y tenemos que sumar, claro, el setlist con “Rat salad”, “War pigs”, “Fairies wear boots”, “Iron man”, “N.I.B.” y “Paranoid”.
Lüger: Un par de canciones o tres dió tiempo a escuchar mientras hacían el cambio en el escenario principal, lo justo para saber que son cojonudos, coincidiendo con el comentario de un colega que me encontré “joder, no les conocía de nada y suenan como un cañón”.
The Mars Volta: Son tan buenos como raros, es como si tocaran para ellos y les importara una mierda si hay o no público, así que se marcaron un setlist que pudo no coincidir en exceso con los gustos de la gente que estaba en esos momentos viéndoles. Además, siendo una música tan “exigente”, fue el único concierto grande que, curiosamente, no tenía ningún grupo solapado. Menos mal que terminaron con “The widow” y “Goliath”, si no me equivoco. Bueno, realmente acabaron con un “grasias por la pasiensia”, ellos sabrán porqué.
Danko Jones: Empezó a saco, toma y trae, sin concesiones…cinco o seis temas, y a lo suyo, que si Dan Cojones, que si la horchata; si es la primera vez que le ves, te ríes, cuando vas por la cuarta o la quinta, ya sabes que la tontería le dura un cuarto de hora y es mejor pirarse. Así que me fui.
Charles Bradley & His Extraordinaires: Concierto mañanero en la Plaza de la Virgen Blanca que debió estar bien, por lo que comentaron los conocidos que me encontré, pero a mí me pareció un poco James Brown de garrafón, aunque no pude prestarle mucha atención, que estuve cuidando al pequeño cabrón. Y así no hay forma.
Willis Drummond: Que si Fugazi, que si Pearl Jam, decía la publicidad, se me hicieron un tostón de cojones.
Lisabö: Pasa palabra, que empieza el tercer escenario y hay que coger sitio.
Pontus Snibb 3: Hard rock del bueno, y no hay más que hablar. Frente a un sol de justicia nos enseñaron a decir salud en sueco “skol” (o como se escriba). Otros que me gustaría volver a ver más pronto que tarde.
Gun: Como no tengo la costumbre de perder mucho el tiempo viendo “youtubes” no iba con la idea preconcebida de que el nuevo cantante es una mierda. Y efectivamente, casi todo Dios tuvo que comerse sus críticas, una detrás de otra. Sumas una gran predisposición por parte del grupo a los consabidos “Better days”, “Word up”, “Steel your fire”, un par del disco nuevo (desconocía que hubiera, la verdad) y ya tienes un buen concierto. La pena es que tuvieron bastante mal sonido. Mención aparte el “look” del cantante que parecía recién salido de la sección saldos del Bershka o sitio similar.
Rich Robinson Band: El pequeño de “los cuervos” con su elegancia, y su sosería habitual, nos deleitó con un precioso concierto, sólo apto para fans, y se marcó una “Oh! sweet nuthin’” de The Velvet Underground y una “Cinnamon girl” de Neil Young para no olvidar. Lo mismo también hizo una de The Black Crowes, pero no estoy seguro.
The Screaming Tribesmen: Más o menos punk-rock desde Australia, casi nada, para darlo todo en el tercer escenario.
Black Label Society: En la carpa sonaba un estruendo nada apetecible mientras fuera nos jamábamos una hamburguesa Mardi Gras (carne de vacuno, queso, salsa picante y le quitamos el pepinillo), en realidad es lo que comimos los tres días, que es un buen alimento y está cojonuda. Eso sí, a cinco pavos. No sé si se nota que ni se nos pasó por la cabeza entrar al infierno.
Gallows: Mientras nos preparábamos para volver a ver a Ozzy, nos acercamos a echar un ojo y los dos tímpanos al punk clasicorro de estos elementos de los que huímos a la carrera.
Ozzy Osbourne & Friends: O lo que es lo mismo, igualito que el año pasado pero mucho mejor. El viejo estuvo razonablemente bien, tampoco para tirar cohetes, aunque hizo la payasada de la manguera con agua (o es espuma, no estoy seguro) con los de las primeras filas. Para empezar, por aquello de la nostalgia, estaba Geezer Butler, pero también subió Zakk Wylde, que ha tocado muchos años en la banda de Ozzy y venía de romperlo todo con Black Label Society. Me gustó, como digo, mucho más que el año pasado, aunque sonó pelín demasiado “heavy” para mi gusto; y tenemos que sumar, claro, el setlist con “Rat salad”, “War pigs”, “Fairies wear boots”, “Iron man”, “N.I.B.” y “Paranoid”.
Lüger: Un par de canciones o tres dió tiempo a escuchar mientras hacían el cambio en el escenario principal, lo justo para saber que son cojonudos, coincidiendo con el comentario de un colega que me encontré “joder, no les conocía de nada y suenan como un cañón”.
The Mars Volta: Son tan buenos como raros, es como si tocaran para ellos y les importara una mierda si hay o no público, así que se marcaron un setlist que pudo no coincidir en exceso con los gustos de la gente que estaba en esos momentos viéndoles. Además, siendo una música tan “exigente”, fue el único concierto grande que, curiosamente, no tenía ningún grupo solapado. Menos mal que terminaron con “The widow” y “Goliath”, si no me equivoco. Bueno, realmente acabaron con un “grasias por la pasiensia”, ellos sabrán porqué.
Danko Jones: Empezó a saco, toma y trae, sin concesiones…cinco o seis temas, y a lo suyo, que si Dan Cojones, que si la horchata; si es la primera vez que le ves, te ríes, cuando vas por la cuarta o la quinta, ya sabes que la tontería le dura un cuarto de hora y es mejor pirarse. Así que me fui.