09-02-06, 16:10
MICAH P. HINSON (USA) + ERICK MESSLER (USA)
Sala Tropicana Club
c/ Sor María del Carmen s/n (Santoña, Cantabria)
SABADO 18 DE FEBRERO
Apertura de puertas, 21:30h - Concierto, 22h
Entrada anticipada: 12€ - Entrada taquilla: 14€
Santander: Discos Flash
Torrelavega: Pub Velvet - Laredo: Ocumare
Santoña: Café Tropicana, El Bar de Moe, Café Drum
Atención!
La entrada para este concierto será gratuita
presentando el abono de la pasada edición del
Estrella Damm Primavera Sound 2005
Cartel de lujo para presentar Primavera Sound 2006!!
Micah P. Hinson ha vivido mucha vida en poco tiempo. Tiene veintitrés
años, pero a los diecinueve ya convivía con la bancarrota, tanto la
económica como la otra, la emocional, casi peor de sobrellevar. Todo
por haberse enamorado de la persona equivocada. Por eso en sus
canciones la santa trinidad del cantautor -la soledad, el corazón roto y
la pérdida- supuran tanta verdad y convicción. Micah suena como lo
harían hoy los clásicos si tuvieran veintitrés años. Su debut, Micah P.
Hinson And The Gospel Of Progress, fue elegido por publicaciones
como Uncut, Independent y Time Out entre los mejores discos de 2004.
Para la cadena de tiendas Rough Trade ocupó el quinto puesto. Esas
canciones ya tienen continuidad en el nuevo EP del de Memphis: Baby
And The Satellite. Sus ocho nuevas baladas suenan más atmosféricas
y boscosas que las del año pasado, rasgadas sobre capas de armonía
con más madeja. Destilan un nuevo tipo de consistencia y seguridad,
mayor apego por la historia y por reengancharse a una tradición.
¿Qué eso que aparece en medio del tema Rescue Me? Sí, es un piano
disfrazado con la melodía de Unchained Melody de Righteous Brothers.
No es casualidad. El dúo estadounidense está en las enciclopedias
como los padres del blue-eyed soul, y lo de Micah no deja de ser una
nueva forma de acercarse a aquel sentimiento del soul hecho por
blancos y para blancos. Aunque lo hace desde una perspectiva que nos
hace pensar en el Van Morrison de la primera mitad de los 70. Sin
gastar tanta euforia como el irlandés en Tupelo Honey ni tanto trastorno
como el de Veedon Fleece... Apadrinado por The Earlies, Micah está
listo para abordar a los fans de Smog, Tindersticks o Devendra Banhart.
ERICK MESSLER
Las amantes nunca me aman, son egoístas y libres, nos cuenta Erick
Messler en una de las nueve canciones de su debut. El resto de frases
y la música caminan sobre ese tono confesional tan a corazón abierto,
pero sin dramas, más bien melancólico. Tiene sólo 22 años y ha salido
de Yankton (Dakota del Sur, USA), donde su infancia y adolescencia
transcurrieron en el complejo de apartamentos The Royale Oaks.
Canta como si Kurt Wagner o Bill Callahan tuvieran ahora 22 años y
hubieran vivido en esos apartamentos. O como si Nick Drake y M Ward
pudieran ser la misma persona y se lamentaran por lo mismo y de la
misma manera. Como si todos ellos se hubieran emborrachado y
trepado a los árboles y empezado a hacer música en ese rincón del
mundo, y también hubieran sido pillados por el padre de su amigo Nick
cuando hacía el amor con Annie en el asiento de atrás de su Fairlane
del 66. Messler pertenece al club de los elegidos y lo atemporal, pero
se expresa como si no lo supiera o no le importara. Si te imaginas la
primera canción, Green Oceans, abriendo cualquier disco de Lambchop
desde Thriller, cuadra. O uno de nanas que Smog aún no ha grabado. Y
en Pigeons Courting y Oh Annabelle escuchamos a otro Anthony And
The Johnsons, éste sin afectación ni peluca. Arreglos de todo tipo
(vientos, cuerdas, rudios varios, percusiones) que más que sacar a las
canciones del terreno del lo-fi, lo que hacen es reafirmarlas ahí, con su
aire desprendido y de hemos-publicado-la-primera-toma-porque-era-la-más-auténtica. La mayor parte del disco fue grabado con Adam Selzer, que graba y toca en directo con M Ward, y cuenta con la colaboración
de músicos y amigos que militan en bandas del underground USA
(la más conocida por aquí es The Decemberists). En el fondo y al final,
la sensación no es haber asistido al descubrimiento de algo revolucionario, sino haber sido seducido por un don nadie salido de
ninguna parte que ha cogido la herencia de la canción norteamericana
y la ha retorcido hasta sacar un pequeño tesoro de belleza desnuda y
especial. Hecho con el material que se fabrican los discos de culto.
Sala Tropicana Club
c/ Sor María del Carmen s/n (Santoña, Cantabria)
SABADO 18 DE FEBRERO
Apertura de puertas, 21:30h - Concierto, 22h
Entrada anticipada: 12€ - Entrada taquilla: 14€
Santander: Discos Flash
Torrelavega: Pub Velvet - Laredo: Ocumare
Santoña: Café Tropicana, El Bar de Moe, Café Drum
Atención!
La entrada para este concierto será gratuita
presentando el abono de la pasada edición del
Estrella Damm Primavera Sound 2005
Cartel de lujo para presentar Primavera Sound 2006!!
Micah P. Hinson ha vivido mucha vida en poco tiempo. Tiene veintitrés
años, pero a los diecinueve ya convivía con la bancarrota, tanto la
económica como la otra, la emocional, casi peor de sobrellevar. Todo
por haberse enamorado de la persona equivocada. Por eso en sus
canciones la santa trinidad del cantautor -la soledad, el corazón roto y
la pérdida- supuran tanta verdad y convicción. Micah suena como lo
harían hoy los clásicos si tuvieran veintitrés años. Su debut, Micah P.
Hinson And The Gospel Of Progress, fue elegido por publicaciones
como Uncut, Independent y Time Out entre los mejores discos de 2004.
Para la cadena de tiendas Rough Trade ocupó el quinto puesto. Esas
canciones ya tienen continuidad en el nuevo EP del de Memphis: Baby
And The Satellite. Sus ocho nuevas baladas suenan más atmosféricas
y boscosas que las del año pasado, rasgadas sobre capas de armonía
con más madeja. Destilan un nuevo tipo de consistencia y seguridad,
mayor apego por la historia y por reengancharse a una tradición.
¿Qué eso que aparece en medio del tema Rescue Me? Sí, es un piano
disfrazado con la melodía de Unchained Melody de Righteous Brothers.
No es casualidad. El dúo estadounidense está en las enciclopedias
como los padres del blue-eyed soul, y lo de Micah no deja de ser una
nueva forma de acercarse a aquel sentimiento del soul hecho por
blancos y para blancos. Aunque lo hace desde una perspectiva que nos
hace pensar en el Van Morrison de la primera mitad de los 70. Sin
gastar tanta euforia como el irlandés en Tupelo Honey ni tanto trastorno
como el de Veedon Fleece... Apadrinado por The Earlies, Micah está
listo para abordar a los fans de Smog, Tindersticks o Devendra Banhart.
ERICK MESSLER
Las amantes nunca me aman, son egoístas y libres, nos cuenta Erick
Messler en una de las nueve canciones de su debut. El resto de frases
y la música caminan sobre ese tono confesional tan a corazón abierto,
pero sin dramas, más bien melancólico. Tiene sólo 22 años y ha salido
de Yankton (Dakota del Sur, USA), donde su infancia y adolescencia
transcurrieron en el complejo de apartamentos The Royale Oaks.
Canta como si Kurt Wagner o Bill Callahan tuvieran ahora 22 años y
hubieran vivido en esos apartamentos. O como si Nick Drake y M Ward
pudieran ser la misma persona y se lamentaran por lo mismo y de la
misma manera. Como si todos ellos se hubieran emborrachado y
trepado a los árboles y empezado a hacer música en ese rincón del
mundo, y también hubieran sido pillados por el padre de su amigo Nick
cuando hacía el amor con Annie en el asiento de atrás de su Fairlane
del 66. Messler pertenece al club de los elegidos y lo atemporal, pero
se expresa como si no lo supiera o no le importara. Si te imaginas la
primera canción, Green Oceans, abriendo cualquier disco de Lambchop
desde Thriller, cuadra. O uno de nanas que Smog aún no ha grabado. Y
en Pigeons Courting y Oh Annabelle escuchamos a otro Anthony And
The Johnsons, éste sin afectación ni peluca. Arreglos de todo tipo
(vientos, cuerdas, rudios varios, percusiones) que más que sacar a las
canciones del terreno del lo-fi, lo que hacen es reafirmarlas ahí, con su
aire desprendido y de hemos-publicado-la-primera-toma-porque-era-la-más-auténtica. La mayor parte del disco fue grabado con Adam Selzer, que graba y toca en directo con M Ward, y cuenta con la colaboración
de músicos y amigos que militan en bandas del underground USA
(la más conocida por aquí es The Decemberists). En el fondo y al final,
la sensación no es haber asistido al descubrimiento de algo revolucionario, sino haber sido seducido por un don nadie salido de
ninguna parte que ha cogido la herencia de la canción norteamericana
y la ha retorcido hasta sacar un pequeño tesoro de belleza desnuda y
especial. Hecho con el material que se fabrican los discos de culto.