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Aparatos digitales
robreto Sin conexión
DaleDonDale
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#46
05-01-12, 00:38
esa no la tenía yo fichada
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Mifune Sin conexión
Agrimensor
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#47
05-01-12, 10:46
Para convertir al kindle libros en casi cualquier otro formato, el programa es el Calibre.
Abajo el trabajo
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loxza Sin conexión
enredador
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#48
05-01-12, 10:52
(05-01-12, 10:46)Mifune escribió: Para convertir al kindle libros en casi cualquier otro formato, el programa es el Calibre.

Sí, la ventaja en la web que he puesto es que ya están convertidos al formato del kindle (mobi)
http://www.flickr.com/loxza/
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dunker Sin conexión
Jedi
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#49
05-01-12, 12:02
(04-01-12, 23:40)Patty Heart escribió: ¿Y cómo está el asunto "alegal" en este tema?

Yo paro mucho en bibliotheka.org

Luis Auserón escribió:No insistamos mas, España es de Guti.
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dunker Sin conexión
Jedi
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#50
05-01-12, 12:08
Por cierto, para quien no lo haya leído, en Jot Down hay un análisis subjetivo de la lectura en aparato digital escrito por ese viejo gruñón que es Octavio Domosti:

Cita:Literatura unplugged

Si Gutenberg levantara la cabeza, ¿se compraría un ebook?

Con las barbas de la industria cinematográfica a remojo y la tez de las editoriales discográficas más barbilampiñas que Justin Bieber (su penúltima estrella), las editoriales “deberían” tener un plan para hacer frente a una creciente demanda de material en soporte digital, un cambio en las necesidades de los lectores generado por los libros electrónicos y, por extensión, internet.

En primer lugar, ya son conscientes (o “deberían” serlo) de que ciertos sectores de las editoriales son prácticamente imposibles de reflotar, como los departamentos de enciclopedias y libros de consulta. Los primeros afectados, como no podía ser de otra manera, han sido los vendedores puerta a puerta, la base de la pirámide:

(Ding dong)
—¿Qué quiere?
—Buenos días, le ofrezco una enciclopedia totalmente actualizada, con unas fotografías impactantes que…
—Gracias, pero en esta casa tenemos INTERNET.
—Sí, pero…
(Portazo)

Nadie piensa en esos miles de hombres encorbatados que, con un brillo en la mirada de pura determinación, estaban sueltos por nuestras calles, por nuestros portales y, de vez en cuando, sentados en nuestros propios salones, seducían a nuestros padres con espectaculares reproductores de DVD valorados en cien mil pesetas, que regalaban por la compra de una Gran Enciclopedia Ilustrada que costaba cincuenta mil.

¿O era al revés?

En fin, esos vendedores, esa gente, está ahora en la puta calle y nadie se lleva las manos a la cabeza, excepto tus agentes más cercanos de Círculo de Lectores, claro, que están temblando. Y tienen razones para hacerlo, porque los ebooks van a cambiar el mercado, y mucho me temo que las editoriales no están preparadas.

Veamos un ejemplo. Si echo un vistazo a la lista de libros de ficción más vendidos –por no elegir al azar una obra de un autor maldito al que solo lean tres o cuatro asociales desequilibrados- veo que sólo me interesaría leer 1Q84, de Haruki Murakami. En cuanto a los precios, te clavan 26,00 euros en papel —tapa blanda—, y 14,69 en digital, cifra que seguro encierra una explicación, porque un precio tan raro ha de proceder de algún intrincado cálculo que lo justifique. No obstante, y como me cuesta creer que la impresión, almacenaje, transporte, distribución y comisiones varias de intermediarios supongan un ahorro de sólo 11,31 euros, estoy abierto a un debate serio sobre si el precio de los archivos digitales es un robo o bien un hurto, porque a veces confundo estas figuras jurídicas. Otrosí: el único 1Q84 en versión digital que he localizado para comprar legalmente en España, se vende en catalán (!!!). En estos momentos, las editoriales están perdiendo potenciales compradores porque ¡no son capaces de vender su propio producto! Por otro lado, tras una dura labor de investigación basada en utilizar Google y una cadena de búsqueda elemental, he tardado unos 30 segundos en localizar un enlace válido donde “podría” haberme descargado ilegalmente dicho libro.

Otro tema, no menos importante, es la calidad del archivo que se consigue con esa conducta tan inmoral y delictiva. Como bien dice Rafael Díaz Santander en la entrevista que nos ha concedido en este mismo número, sorprendentemente el público se está acostumbrando a la mala calidad: MP3, DIVX y, ahora, archivos de texto con palabras ininteligibles debido a errores en el OCR (aunque en formato papel también nos encontramos con errores garrafales de traducción u ortográficos, pero ése es otro cantar).

Evidentemente, se aceptan esos formatos porque en su mayor parte se consiguen gratuitamente, pero también por la portabilidad que conlleva un formato digital frente a un soporte físico. El Discman, sin ir más lejos, nunca despegó del todo por el incordio que supone acarrear discos compactos, y ha sido barrido del mercado por los reproductores de MP3. Los libros se enfrentan a este mismo problema. Soy el primero que disfruta de la liturgia de prepararse una fuerte bebida alcohólica, sentarse en un sofá cómodo, en un rincón acogedor suficientemente iluminado, abrir un (presunto) buen libro y sumergirse en la lectura. Pero los que somos obreros y estamos en contacto con el populacho somos conscientes de que se lee muchísimo en los medios de transporte públicos y se hace muy pesado llevar encima según qué libros.

Hace unos meses, en una muestra de flaqueza de la que me siento muy orgulloso, leí Juego de Tronos, de George R.R. Martin, un ejemplar en papel facilitado por un amigo. Y bueno, digamos que me he convertido en un yonqui más de la serie. Durante los días que estuve inmerso en su lectura, por el mismo hecho de estar prendado de la historia, no me separaba de ese mamotreto; lo llevaba a todas partes con el consiguiente cansancio físico y mental. Posteriormente, el mismo amigo me dejó las siguientes tres entregas en formato digital. Podéis creerme si os digo que la historia no perdió ni un ápice de interés por leerla en un libro electrónico; pero cargué con una décima parte del peso a diario. Y, a mi edad, es un aspecto muy importante a tener en cuenta.

Soy consciente de que no es equiparable el tacto de un buen papel al aséptico ebook, con su acabado en plástico y metal. Pero también de que todos nos avergonzamos de ciertos ejemplares que ocupan un espacio físico en nuestros hogares, cuando deberíamos arrojarlos por la ventana envueltos en llamas, que es lo que se merecen. De haberlos leído (o abandonado a la mitad) en formato digital, habrían dejado de formar parte de nuestras vidas para siempre con solo pulsar la tecla “suprimir”.

Desde luego, es incomparable el porte que da llevar debajo del brazo un buen tomo y dejarse ver por la calle con él, a poder ser fumando en pipa, con bufanda aunque sea agosto y gorra bohemia. Ciertamente, no me imagino a un Testigo de Jehová con un ebook en la mano en lugar de una Biblia en papel, con su marcapáginas deshilachado. Y con esa frase no estoy equiparando la firmeza moral y la pérdida de contacto con la realidad de unos y de otros, Dios me libre. Aunque pueda parecerlo.

Y antes de que venga nadie con el soniquete “y el olor de un libro nuevo, ¿qué?”, diré que, aunque sea duro reconocerlo, una edición de lujo de El código Da Vinci puede oler mil veces mejor que una tirada birriosa de Cien años de soledad. Añado que este artículo no está especialmente dirigido a personas que compran los libros por el olfato, de los cuales me guardo la opinión por si me están leyendo menores de edad.

En cuanto a perder la ilusión de descubrir vistosas portadas, recuerdo que hace poco leíamos unas declaraciones del músico y actor (cof, cof) Jon Bon Jovi -un hombre del cual sólo suscribo la apreciación de que ha lucido dos peinados geniales en menos de una década-, en las que se acordaba de la madre de Steve Jobs, al que culpaba de que ahora la gente ya no compra discos en función de las portadas. El músico norteamericano lo debe de decir por su propia experiencia y la de sus seguidores, a los que ha debido perder al no poder ya “engañarlos”. Me parece sorprendente que se compren discos o libros por la portada, el título, el diseño o la imagen. En ese sentido, hay que reconocer que Juan Manuel de Prada, ese visionario, tuvo bien claro lo que debía hacer con su obra Coños.

Con esta larga lista de virtudes que presenta el formato digital, las editoriales, si no se especializan en ediciones de lujo, “deberían” tomar cartas en el asunto. Por ejemplo, con la compra del ejemplar en papel, regalar o vender a un precio simbólico el archivo de texto (de forma similar a la dupla vinilo+MP3 que comercializan algunas discográficas), para poder transportar cómodamente y que no se deteriore un ejemplar que nos ha costado bastante dinero. El formato digital podría llevar un código de entrega, codificado de alguna manera para saber de dónde proviene el archivo, quién es el propietario y así saber a quién empapelar si se propaga por internet. Otra posibilidad que tienen los editores (no excluyente con la anterior), es publicar, únicamente en formato digital, apuestas arriesgadas, ahorrándose los costes de una tirada en papel de obras de incierta aceptación, de forma que los lectores podríamos conocer nuevos escritores de los que de otra forma nunca habríamos oído hablar.

Y si aún así no se ponen las pilas, el caso de Amanda Hocking (una escritora americana que se ha forrado publicando de manera independiente sus ebooks) no será un hecho aislado.

Espero con impaciencia los movimientos de las editoriales, sí, pero sobre todo, una explosión de la autoedición digital. Salivo sólo con pensar que ahora mismo podemos tener las próximas estrellas literarias frente a un ordenador, desacomplejadas y sin censura ni criba editorial, juntando palabras como nunca podríamos haber imaginado.

Que es, en definitiva, lo que me fascina de la Literatura.
Luis Auserón escribió:No insistamos mas, España es de Guti.
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Patty Heart Sin conexión

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#51
06-01-12, 00:04
Estoy muy de acuerdo con el artículo, hasta en lo de Juego de tronos me veo reflejada Biggrin
Por otra parte, os doy mucho las gracias por la ayuda, parece que me van a ser útiles vuestras recomendaciones. Esto de preguntar por la internet funciona hoyga.
A mí ya me iba mal de antes
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lavegui Sin conexión
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#52
10-01-12, 01:15
Se puede trasformar un pdf a otro formato para que a la hora de leerlo en el kindle, al hacer el tamaño de letra más grande se ajuste a la pantalla????

El artículo está fetén.
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lavegui Sin conexión
Editor
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#53
11-01-12, 00:32
Ya descubrí como hacerlo, calibre es una pasada.
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rortiz Sin conexión
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#54
11-01-12, 00:47
Lo es Smile
RTZ!
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dunker Sin conexión
Jedi
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#55
24-01-12, 12:10
Sobre lo que hablábamos del precio de los libros en papel y en formato digital, un ejemplo:

http://www.bubok.es/libros/18584/La-deca...el-ingenio

17 euros en papel (+gastos envío), 1 euro digital. Aunque sí es verdad que da un poco de miedo la advertencia de que puede haber errores de formato.

(Por cierto, recomiendo seguir a su autor en Twitter, @jaimerubio )
Luis Auserón escribió:No insistamos mas, España es de Guti.
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Mifune Sin conexión
Agrimensor
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#56
24-01-12, 12:16
Lo de los errores de formato es marca de la casa bubok también en ediciones impresas. Es una editorial low cost para el autor, le permite publicar libros sin mucho lío y tal, pero el resultado también venía a ser muy barato.

Vamos, puede estar bien para publicar libros, no sé cómo decirlo, maqueteros, pero no es recomendable para cosas con un mínimo de pretensiones.
Abajo el trabajo
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dunker Sin conexión
Jedi
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#57
24-01-12, 12:17
Pues 17 euros no es muy low cost que digamos para el cliente. No así el euro digital.
Luis Auserón escribió:No insistamos mas, España es de Guti.
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dunker Sin conexión
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#58
23-03-12, 11:35
Interesante artículo con diez mitos sobre la edición digital:

Cita:El sector del libro está experimentando una serie de cambios que modificarán el panorama editorial español en pocos años. Las empresas se transformarán o, poco a poco, verán que el modelo de negocio actual no se adapta al nuevo escenario que impone la edición digital. No obstante, nuevas oportunidades están ya surgiendo de la mano de empresas tecnológicas y editoriales.

La edición digital lleva años sumida en discusiones tanto dentro como fuera del sector, muchas veces con argumentos que no son del todo creíbles pero que calan fácilmente en la sociedad y en el statu quo del sector. Exponemos algunos de los mitos más utilizados y que provocan un escaparate alejado de la realidad.

1. El libro digital matará a los libros impresos. Uno de los argumentos más utilizado sobre el avance de las nuevas tecnologías y el cambio de hábitos de los lectores es que el libro digital terminará acabando con el libro impreso. Optimistas tecnológicos, luditas sin reparos, románticos del papel, medios de comunicación, etc., todos ellos han promocionado esta idea, bien para defenderla o bien para atacarla, empobreciendo el debate.

Libros digitales o libros impresos no es la respuesta. Los soportes se irán adaptando a la demanda de los lectores. Y con ellos, los modelos de negocio. Si seguimos ese razonamiento los libros impresos existirán mientras los lectores los quieran y una editorial vea rentable producirlos. Todavía es muy pronto para vaticinar qué porcentajes de libros serán impresos y cuáles digitales. Lo único cierto es que cuando eso ocurra no nos daremos cuenta que está pasando, pues a los libros electrónicos habremos dejado de llamarlos así para llamarlos simplemente libros.

2. Los libros electrónicos deberían costar lo mismo que los impresos. Este argumento es apoyado por algunos editores, que pretenden establecer los precios de los libros digitales al mismo nivel que los libros impresos para no tener que cambiar su modelo de negocio actual. En un mercado incipiente, donde todo está por hacer, llevamos varios meses viendo intentos de establecimiento de precios o muy caros o muy baratos en relación a la edición impresa.

El problema es que en los libros físicos hay un modelo para establecer el precio por parte del editor en función de los costes de creación y producción, mientras que el formato digital exige un modelo más relacionado con el tipo de contenido y los hábitos de consumo (por suscripción, por descarga, en la nube, etc.). Por lo tanto, el reto es crear una estrategia de precios que sea independiente de la edición impresa, puesto que establecer un precio muy por encima de lo que está dispuesto a pagar el consumidor aleja la posibilidad de un encuentro entre oferta y demanda.

3. Los libros electrónicos no cuesta nada hacerlos y deberían ser gratis. Este argumento es esgrimido por los lectores que no están dispuestos a pagar nada por los libros electrónicos. Nada más lejos de la realidad. Un libro electrónico incluye gastos de autoría, traducción, corrección, diseño, marketing, promoción, comercialización, etc. Quizá el continente no vale nada pero el contenido sí tiene un precio. Demasiados años conviviendo con el modelo en papel ha provocado que el consumidor asocie el valor al continente y no al contenido. Es por eso que algunas editoriales que no dan valor a la versión electrónica (o comercializan ediciones con errores) solo contribuyen a agravar esta percepción.

4. Un libro electrónico no puede costar más de 3 euros. Podríamos llamarlo 'el argumento Amazon'. Incluir en el mismo saco todos los tipos de libros es un error. Los contenidos pueden ser de muchos tipos y representar cosas distintas para los lectores: entretenimiento, ayuda técnica, desarrollo profesional, etc. Todo esto condiciona lo que los lectores están dispuestos a pagar por un libro digital. En mercados más maduros, como el americano, los hay desde los de 3 € hasta los de 60 €. Es decir, los precios tienen más que ver con el uso del contenido o con el modelo de lectura que con el formato en sÍ mismo.

5. Los lectores no quieren pagar por los libros electrónicos. Dentro de UN concepto tan abstracto como "los lectores" habrá algunos que no estén dispuestos a pagar y otros que estarían dispuestos a pagar si existiera una oferta que cubriera sus necesidades: un producto de calidad, a un precio competitivo y con una experiencia de compra aceptable. Si el año pasado, con el modelo actual aún imperfecto, al menos 1.500 personas estuvieron dispuestas a pagar por alguno de los ebooks más vendidos, deberíamos asumir que en un mercado más maduro esta cantidad se multiplicará. Demandas insatisfechas están generando actividades extramercado y creando en los consumidores el hábito de acceder a los libros sin pagar. Cuanto más se tarde en establecer un mercado sano de libros electrónicos más difícil será establecer un precio por los contenidos.

6. La autoedición acabará con los editores. Este argumento es esgrimido por los que piensan que la tecnología puede suplir el trabajo del editor. La tecnología no convierte a nadie en editor. Como mucho, pone al alcance de la mano de cualquiera la posibilidad de hacer un libro y de publicarlo, pero el trabajo del editor va más allá. Editar también es seleccionar el contenido y adaptarlo a los requisitos de los lectores (edición, corrección, traducción diseño, etc.).

Si bien es cierto que los nuevos entornos sociales han hecho que la propia opinión de los usuarios sirva como filtro para seleccionar el contenido (es el caso de algunos autores autoeditados de éxito) en la mayor parte de los casos esto solo se aplica a cierto tipo de contenidos, ficción sobre todo. En general, como lectores aún confiamos y confiaremos en la validación que nos da un editor, en especial con el exceso de información que hay en la Red.

7. El DRM impide la piratería. De todos es sabido los problemas que acarrea el uso de algún tipo de DRM para el usuario, dificultando en muchas ocasiones la compra del mismo, sobre todo con el de Adobe. Pasó en la música y está pasando en los libros. El hecho de incorporar un DRM a los libros no impide la piratería, dado que es relativamente sencillo burlarlos. O innecesario, puesto que la mayoría de los libros que circulan por la red provienen de versiones escaneadas. Este argumento ha sido utilizado por autores y editores. Sin embargo, no tiene ninguna base, dado que la piratería no ha decrecido a pesar de su uso masivo.

8. Las editoriales españolas se están quedando retrasadas respecto al resto del mundo. Existe la sensación de que en España vamos más retrasados que otros países en materia editorial digital. Nada más lejos de la realidad. Si bien es cierto que en número de títulos España no es de los países que más oferta tiene, sÍ cuenta con varios modelos de lectura muy interesantes. No solo tenemos actualmente dos ofertas bajo suscripción (como Booquo o 24Symbols), sino que también tenemos tres librerías con eReaders propios conectados a las librerías (FNAC, Casa del Libro y Amazon). Adicionalemnte, contamos con plataformas internacionales que están desembarcando (el caso de Kobo y The Copia).

Además, tenemos un número creciente de editoriales digitales como Sin Errata, Ganso y Pulpo, Musa a las 9, Minobitia, Sportbios, etc.; y sellos de grandes editoriales que solo están en digital como B de Books o EnDebate por ejemplo. Aun así, estamos lejos de tener una oferta digital que cubra las necesidades actuales de la demanda.

9. No hay mercado para los libros electrónicos en España. Según el panel de ebooks de GFK, el año pasado el título que más vendió registró aproximadamente 1.900 descargas; el segundo cobtuvo 1.500. Considerando que este panel no cuenta las ventas hechas en Amazon ni tampoco en otras plataformas extranjeras podemos asumir que las ventas pudieron ser superiores. Es cierto que respecto a los libros impresos la facturación de libros electrónicos está todavía por debajo del 5% del total, pero considerando que la oferta disponible en digital aún es pequeña, los números son no son malos. O al menos, lo suficientemente interesantes para justificar la apuesta por los contenidos digitales.

Por otro lado, hay que decir que aunque vender, por ejemplo, mil descargas parece poco, un editor pequeño suele vender de media aun menos ejemplares en impreso. Podemos decir que estamos más avanzados que Italia, Francia, Portugal u otros países del entorno, o al menos en cifras similares.

10. La edición digital está contribuyendo a la crisis en el sector editorial. Nada más lejos de la realidad. Este argumento es utilizado en algunos ambientes del sector editorial para determinar que la crisis del sector está en la tecnología y no en las deficiencias del sistema, que acaba pagando el lector. El sector editorial está sufriendo, al menos, dos crisis: estructural y coyuntural. No es un sector, como se dijo al principios del 2008, que fuera ajeno a la crisis económica por ser un sustitutivo de ocio a bajo precio. La caída de las ventas así lo testimonia. Por otro lado, es un sector muy artesanal, que no ha sabido aprovechar los avances tecnológicos para sacar más provecho a las nuevas oportunidades de negocio o para hacerse más eficiente.

Estos son algunos de los mitos más frecuentes sobre el sector digital. Hay más pero hablaremos de ellos en otra ocasión.

Luis Auserón escribió:No insistamos mas, España es de Guti.
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#59
24-03-12, 16:26
Bastante de acuerdo en todo, aunque del punto 8 solo me quedo con la última frase. Sobre el resto, puede haber varias editoriales pequeñas que se esfuerzan por ofrecer un buen catálogo digital, pero las grandes editoriales de momento ofrecen poco o nada, muy pocas novedades salen en digital a la vez que en papel y en el tema de manuales técnicos (al menos en lo que puedo usar yo, que son los de letras) la oferta es prácticamente nula.

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