09-06-13, 12:32
Una nota de Federacion de Universos Pop
Cita:Federación de Universos Pop
Anoche, cuando algunas personas comenzaron a comentar que lo que había ido sugiriendo Marina sobre el final, al menos momentáneo (o pausa indefinida, o parón provisional, la definición es irrelevante) no podía más que agarrarme a la pena y ponerme su música. No tanto por el aspecto necrófilo de no estar en ese concierto preludio de los últimos que les queden en cartera (he visto al grupo en bastante ocasiones en estos cinco años en variados formatos y escenarios y, además, lo que menos me interesa de un grupo son sus directos).
Poco a poco se entremezclaban posibles explicaciones y al final, el resumen, es un cierto agotamiento en el que se mezclan las obligaciones del mundo adulto y el cambio de paradigma en las relaciones artista (o persona con una cierta relevancia pública, aunque aquí entramos cualquiera con un perfil público en una red social, por ejemplo, expuestos a los demás).
Sobre el primer asunto no estamos ante algo nuevo. No es la primera vez que digo esto pero que una banda como Klaus & Kinski no hayan conseguido profesionalizarse y poder vivir con desahogo de la música es además de un ejemplo de que las cosas no son justas, una tragedia para la música española. Si pienso en los últimos 5-6 años en España no ha salido ningún grupo de tanta relevancia, calidad y obra tan compacta exceptuando a Triángulo de Amor Bizarro, El Guincho, La Bien Querida y alguno más que se me pueda estar pasando. Contados con los dedos de una mano. Por suerte para ellos y para nosotros los tres citados son proyectos que sí han conseguido hacer de la música su profesión lo que, estoy seguro, alienta y ayuda a que avancen en ofrecernos trabajos que, desde mi prisma son sólo guiados por sus propias necesidades y talento. Si haciendo lo que uno siente le público ha sido receptivo ¿por qué cambiarlo?. A cuenta de esto TAB contaban que entre el primer y segundo disco recibieron “indicaciones” o “consejos” de que podrían hacer música que llegase a más gente. Grabaron maquetas con un componente electrónico según dijeron en entrevistas pero el resultado no les gustó nada. Luego sacaron “Año Santo”. ¿Alguien en su sano juicio puede pensar canción más directa que “De la monarquía a la criptocracia”?.
Por desgracia ese no es el caso de Klaus & Kinski a pesar de tres discos indiscutibles (no lo digo yo, hagan un repaso a la prensa especializada. Que esto no obliga a que a nivel personal te hayan de gustar pero existe un consenso sobre ese particular). Como decía antes además de sintomático es una desgracia para la música patria. Que gente de tanto talento, que son aclamados de forma casi unánime por la crítica, cuyo último disco llegó a entrar en la lista de ventas de nuestro país...y ni con eso pueden convertirlo en su forma de vida es que algo, irremediablemente, no funciona. No es nuevo. Recuerdo la rabia al escuchar una entrevista a Le Mans en Diario Pop a finales de los 90 diciendo que no podían seguir con el grupo con cada uno de los miembros en un sitio, por las obligaciones laborales y demás. Lo mismo para El Niño Gusano cansados de tener que pedir vacaciones en sus trabajos para juntarse a grabar o a tocar. Y a cientos de otras bandas que cada fin de semana salen a perder dinero por tocar fuera de su entorno natural. El absurdo de haber publicado discos que salen en los libros ( una forma de hablar dada la escasa literatura musical existente en España) como es el caso de Le Mans o El Niño Gusano o, como estoy seguro, pasará en el caso de Klaus & Kinski y que no pase de ser una actividad secundaria es algo que, manía personales, siempre me ha obsesionado. Por mi propia naturaleza mitómana soy fan del talento. Y pienso que el talento ha de estar recompensado. Siempre. Esa cierta satisfacción que se respira por ahí de que proyectos salidos de un entorno indie (más allá de los gustos filias y fobias personales) como Vetusta Morla, Russian Red o Love of Lesbian sean más conocidos y rentables que los triunfitos (o equivalentes actuales) no consuela demasiado. No haber podido crear las herramientas y canales en 20 años para crear una clase media musical en la que se alojasen y fueran viables las bandas estuviesen entre las que por vocación o falta de recursos o talento no llegaran a más y las que cuyo objetivo fuese sólo el triunfo aunque su única función fuese posar para las fotos de promo, es un fracaso que hemos de asumir entre todos: Sellos, público, prensa, promotores, autoridades...
En el adiós de Klaus & Kinski hay un segundo tema que parece haber llamado mucho la atención y es la declaración de Marina que la exposición y los comentarios sobre ella la afectaban de gran manera. Esta confesión pública, lejos de parecerme un acto de debilidad, me parece una definición preciosa como artista. Las dudas, además de ofender, duelen. Simplemente hay que darse un paseo por los comentarios que se están vertiendo sobre el tema (no hay más que entrar a los que se pueden leer en la entrada sobre la noticia en Jenesaispop un medio que no sólo ha tratado con respeto y admiración al grupo sino que, desde mi punto de vista, ha sido clave para centrar el foco en la relevancia del conjunto murciano). Incluso en la despedida hay quien aprovecha, desde detrás de su teclado para ejercer de cla inversa, en bandada, con el deseo de que los implicados sientan que el poder de su frustración tiene un destinatario real y ha sido capaz de ejercer un resultado tangible.
Las redes sociales en las que participan personajes públicos, en este caso músicos, tienen ese efecto maravilloso de la comunicación artista-fan inmediato. Pero tienen el efecto perverso de que cualquiera puede descargar su ración de desayuno de odio sin filtro alguno. Y que, como usuario, el músico no pueda evitarlo. No estamos hablando de una crítica buena, regular o mala, sino de simples comentarios cargados de ira que te impactan de manera directa en la cara. Los músicos podían lidiar con una crítica en una revista que fuese de una dureza implacable pero, al menos, esta venía con una (más o menos) argumentación para sostenerla. Ahora ese músico, ese actor, o ese futbolista no se enfrenta a que le digan que ha desafinado, ha sobreactuado o ha tenido una actitud mediocre en aquel partido sino a que le digan (sea más o menos cierto o no) está gordo, tiene cara de imbécil o su carrera se basa en sus capacidades sexuales. Que estos cretinos lo resuelvan con: “como personaje público debe aceptar las críticas y si no le parece bien que no se exponga” sería el equivalente a decir que si vas por la calle y te suelto dos hostias sin venir a cuento haberte quedado en tu casa y no exponerte a pasear por si ese día quiero ejercer mi arbitraria libertad de ponerte un ojo morado. No entender un mecanismo tan sencillo de ejercer nuestra libertad y disfrazarlo de acusaciones de censura es un trabajo, me temo, muy muy largo de aprendizaje de uso de estas maravillosas herramientas que han puesto en nuestras manos.
Pienso en personas, en músicos frágiles como Kurt Cobain o Nick Drake. No me quiero imaginar el cómo podrían afectarles comentarios de anónimos hablando de cosas absolutamente al margen de sus creaciones. De creaciones en las que exponen sus miedos y dudas. La justificación repetida hasta lo agotador de “me gusta su música pero él/ella/ellos me parecen unos idiotas y se han ganado a pulso lo que se dice de él/ella/ellos” sólo me serviría si el que la usa tiene una edad (real o mental) no más allá de los siete años. Por otro lado las bienintencionadas de “no debería hacer caso a las críticas cuando hay muchos más que les decimos lo que nos gustan” son amables pero no realistas. Somos humanos y una opinión negativa en cualquier ámbito nos pesa más que 20 positivas. No hay más que hacer la siguiente prueba: entra en una página de reservas de hotel, entra en el que te ha parecido interesante y lee diez opiniones. Que de ellas 8 sean buenas, una tibia y una demoledora. Es probable que busques un nuevo hotel en el que no quieras arriesgarte a encontrar esa supuesta cucaracha en el desayuno, o ese aire acondicionado que gotea. Somos prisioneros de nuestras inseguridades. Y como artista te expones mucho más que a un pelo desconocido en una bañera.
Por eso no sólo me parece ridícula como algunos dicen sino justificadísima y comprensible la actitud de marina de evitar un sufrimiento que para el que lo causa es gratuito y para el que lo recibe reales. En la propia jnsp recuerdo en los inicios del grupo a Marina ,en los comentarios, explicando que a alguno le puede hacer gracia llamar gordo o feo a un músico (y más a uno que empieza) pero que a la propia persona le llega de la misma manera que si se lo dice alguien cara a cara. Porque, aunque parezca mentira, los músicos no son unos hologramas que están en unas fotos de promo, en las voces que salen por unos auriculares y en los créditos de un disco sino unos señores que se levantan por la mañana, desayunan, se fuman un cigarro, van a mear al baño, se emborrachan, se enamoran de gente que no les corresponde y cenan en navidad con sus padres.
Creo que se nota el cariño con el que veo al grupo (y a los grupos y músicos en general9 así que ahora pasaré a hablar de mí (de nosotros). Yo, o sea, la mitad masculina de este microsello de discos, con Marina, cara a cara. He hablado un día 3 minutos. Nos había invitado a ir a una presentación acústica de su disco en Siroco y llevé para agradecérselo la versión en vinilo del disco de Dënver que sé que tanto a ella como a Alejandro les gusta mucho. Antes de eso, durante los años anteriores habíamos tenido contacto a través de mensajes en facebook, twitter y cosas así. No sólo eso. Sin conocerme de nada en la primera visita de Dënver a España ella medió con la gente de la Sala 12 y Medio en Murcia para que tocasen allí cuando estos tenían la programación bastante cerrada, los fueron a recoger a la estación y sirvieron de anfitriones para que todo saliese lo mejor posible dentro del poco tiempo con que todo se arregló.
Años atrás, María, la mitad femenina de este microsello, insistía y trató de convencerme de que intentásemos editar un disco del grupo. Los conocíamos de lo que colgaban en myspace, del vídeo de la versión maqueta de “Flash-back” al revés y demás. Nuestra situación como sello era la de siempre, ruina total. No somos un sello profesional sino que, cuando ahorramos algo de dinero de nuestros trabajos (precarios, como todo en la España actual) decidimos tirar por la calle de en medio y darnos el placer de que algo que amamos pueda ser amado y acariciado físicamente por los demás. Nuestra situación económica era, como he dicho, bastante horrible y yo pequé de cobardía y convencí a María de que, a pesar de mi absoluta pasión y seguridad de que el grupo sería grande, era imposible. Tampoco sé que podríamos haberles ofrecido. Poco, seguramente. Y quizá ellos, de manera acertada, hubiesen declinado la oferta que, en realidad, no pasó de las conversaciones (varias) en nuestro salón. Un tiempo después se anunció que Jabalina editaría el disco de Klaus & Kinski y nos alegramos de manera sincera. Esto que acabo de contar no lo sabe(sabía) el grupo aunque pueden dar fe personas cercanas a nosotros. Fuimos a verlos en su debut en directo en Madrid tras la publicación del disco, en el Neu junto a Polar y nuestros queridísimos Pumuky y, tras el concierto estábamos seguros de que sí, el grupo llegaría a dar de si todo lo que nosotros imaginábamos.
Hace un tiempo me llegó por conocidos comunes que Marina tenía cierta simpatía por quien esto escribe y comenzamos a decirnos cosas por los medios virtuales ya que por los reales, como he explicado, no llega al tiempo de cualquiera de sus canciones más cortas el que se puede contar. A mí Marina y Alejandro como Klaus & Kinski no me tienen que caer ni bien ni mal, aunque queda claro cual es mi posición sobre este particular. Ellos han creado trozos de biografía emocional en los que reflejarme (pienso en “Crucifixión, la solución”) y con eso me vale. Aparte de eso está Marina (Alejandro parece algo alérgico a las relaciones virtuales) que me cae bien, me parece graciosa y sus opiniones y anécdotas me hacen reír. Pero Marina es una persona y Klaus & Kinski es (era) un grupo que según Spotify dejan 50 canciones como 50 soles y que, quizá o quizá no, algún día tengan acompañantes pero que para algunas personas, muchas, no las suficientes para recompensarles como se merecían, son una parte importante de su devenir.
http://www.youtube.com/watch?v=IfaoVeDOVI8
"Ahora soy peor"