13-05-06, 13:39
ELLIOT BROOD,JUEVES 18,SALA TROPICANA (SANTOÑA)
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Elliot Brood (Canadá)
Sala Tropicana Club
c/ Sor Mª del Carmen s/n (Santoña, Cantabria)
JUEVES 18 DE MAYO
Apertura de puertas, 21h - Concierto, 21:30h
Entrada anticipada: 10€ - Entrada taquilla: 12€
Santander: Discos Flash - Torrelavega: Pub Velvet
Laredo: Ocumare - Santoña: Café Tropicana,
El Bar de Moe, Café Drum y Pub Metrópolis
Ambassador: un disco de dieciocho quilates
Lo afirmamos ya: Ambassador es el disco que los barbudos
buscadores de oro elegirán como el mejor de 2006. Una fabulosa new
country experience, oscura, misteriosa y sincera, grabada en el frío
invierno canadiense durante tres días y tres noches en un matadero
abandonado. Lo que parecen baterías puede que sean maletas
golpeadas con baquetas, y ese extraño eco es cosa del hueco de la
escalera del sótano y de las furgonetas desguazadas que alguien se
dejó donde años atrás mataban a las vacas. Si alguna vez pensaste
cómo sonaría un proyecto paralelo de Bob Dylan, Kurt Cobain y un
banjo, la respuesta la tienes delante. Elliott Brood es un trío de Toronto
(Canadá) formado por Casey Laforet (piano, lap steel, voces), Stephen
Pitkin (maletas, batería, voces) y Mark Sasso (banjo, guitarra, voces).
El banjo encabeza este desfile de historias de perdedores, y pocas
veces este instrumento ha sonado en los últimos años tan amenazante.
Puede que sólo en manos de 16 Horsepower. Esa banda y Tom Waits
(éste sobre todo en la primera mitad del disco) son dos buenas
opciones para hacer comparaciones con Elliott Brood. Porque al igual
que ellos, evocan todo lo sombrío, sobrenatural y oxidado de la vieja
Norteamérica. Aquel mundo de trenes solitarios con chimeneas de
humo, de vals lento y tiroteo rápido, de manos mordidas por serpientes
de cascabel y de pies lavándose en ríos helados.
Las voces las suben al límite en armonías que se antojan como el
resuello de The Band. La voz más cantante es Casey Laforet, que te
recordará a Ben Ottewell (Gomez) y al rasposo Rod Stewart de
principios de los 70, pero con Maggie May envuelta en algún crimen
sangriento o huyendo de la ley. Porque en Elliott Brood siempre
sobrevuela el suspense y el peligro inminente, como si vieras solo en
casa una película y tuvieras muy presente que algo malo va a ocurrirle
al protagonista, pero no sabes qué ni cuándo.
La banda se formó en 2002 y debutó discográficamente en 2004 con el EP Tin Type. Desde entonces su punzante mezcla de bluegrass
aullador, gravilla folk e imágenes de pérdida amorosa y elegías a mitos
colectivos ha dado forma a una galaxia extraña y sin un equivalente
claro en el country alternativo (quizás Uncle Tupelo, Palace Brothers, el
Conor Oberts que hace dúos con Emmylou Harris, sin toque femenino).
Elliott Brood son la antítesis de la america ñoña, a la que disparan entre
los ojos con una bala atemporal sacada de la canana de Harry Smith.
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Elliot Brood (Canadá)
Sala Tropicana Club
c/ Sor Mª del Carmen s/n (Santoña, Cantabria)
JUEVES 18 DE MAYO
Apertura de puertas, 21h - Concierto, 21:30h
Entrada anticipada: 10€ - Entrada taquilla: 12€
Santander: Discos Flash - Torrelavega: Pub Velvet
Laredo: Ocumare - Santoña: Café Tropicana,
El Bar de Moe, Café Drum y Pub Metrópolis
Ambassador: un disco de dieciocho quilates
Lo afirmamos ya: Ambassador es el disco que los barbudos
buscadores de oro elegirán como el mejor de 2006. Una fabulosa new
country experience, oscura, misteriosa y sincera, grabada en el frío
invierno canadiense durante tres días y tres noches en un matadero
abandonado. Lo que parecen baterías puede que sean maletas
golpeadas con baquetas, y ese extraño eco es cosa del hueco de la
escalera del sótano y de las furgonetas desguazadas que alguien se
dejó donde años atrás mataban a las vacas. Si alguna vez pensaste
cómo sonaría un proyecto paralelo de Bob Dylan, Kurt Cobain y un
banjo, la respuesta la tienes delante. Elliott Brood es un trío de Toronto
(Canadá) formado por Casey Laforet (piano, lap steel, voces), Stephen
Pitkin (maletas, batería, voces) y Mark Sasso (banjo, guitarra, voces).
El banjo encabeza este desfile de historias de perdedores, y pocas
veces este instrumento ha sonado en los últimos años tan amenazante.
Puede que sólo en manos de 16 Horsepower. Esa banda y Tom Waits
(éste sobre todo en la primera mitad del disco) son dos buenas
opciones para hacer comparaciones con Elliott Brood. Porque al igual
que ellos, evocan todo lo sombrío, sobrenatural y oxidado de la vieja
Norteamérica. Aquel mundo de trenes solitarios con chimeneas de
humo, de vals lento y tiroteo rápido, de manos mordidas por serpientes
de cascabel y de pies lavándose en ríos helados.
Las voces las suben al límite en armonías que se antojan como el
resuello de The Band. La voz más cantante es Casey Laforet, que te
recordará a Ben Ottewell (Gomez) y al rasposo Rod Stewart de
principios de los 70, pero con Maggie May envuelta en algún crimen
sangriento o huyendo de la ley. Porque en Elliott Brood siempre
sobrevuela el suspense y el peligro inminente, como si vieras solo en
casa una película y tuvieras muy presente que algo malo va a ocurrirle
al protagonista, pero no sabes qué ni cuándo.
La banda se formó en 2002 y debutó discográficamente en 2004 con el EP Tin Type. Desde entonces su punzante mezcla de bluegrass
aullador, gravilla folk e imágenes de pérdida amorosa y elegías a mitos
colectivos ha dado forma a una galaxia extraña y sin un equivalente
claro en el country alternativo (quizás Uncle Tupelo, Palace Brothers, el
Conor Oberts que hace dúos con Emmylou Harris, sin toque femenino).
Elliott Brood son la antítesis de la america ñoña, a la que disparan entre
los ojos con una bala atemporal sacada de la canana de Harry Smith.